“Vine a Chilecito en 1996 a trabajar y estudiar, estoy acá desde los 17 años. Chilecito es mi 
lugar en el mundo. Es donde formé familia, donde tengo hijos, donde me quedé y donde me pienso quedar”, resume este cordobés, nacido en Almafuerte, que partió para La Rioja apenas egresó de la escuela agrotécnica. 

Para este ingeniero agrónomo, titular desde 2009 de la empresa estatal Agrogenética Riojana, las perspectivas que abre la nueva industria de Cannabis en Argentina son enormes y, en el caso riojano, promete convertirse en una nueva economía regional. Por ello, el centro de biotecnología que preside encabeza un proyecto estratégico multidisciplinario para convertirse en una plataforma de productos y servicios orientada al sector.

El acercamiento de Enrici al cultivo de Cannabis se produjo en 2012, cuando desde el área de investigación y desarrollo de la empresa comenzaron a explorar alternativas que pudieran generar una cadena de valor con posibilidades para La Rioja. “En ese sentido, viajé a California para ver genética de otros cultivos y ahí fue donde conocí la incipiente industria del Cannabis y todo lo que representaba como perspectiva de negocio a nivel mundial a partir de que evolucionaron los marcos regulatorios. Luego trajimos gente y empezamos a investigar”, explica, en el comienzo de un extenso y revelador diálogo.

Aprobada la ley 27.350 de cannabis medicinal, encararon el proyecto que “está posicionando a La Rioja como provincia pionera en el cultivo a cielo abierto, a la vanguardia de esta nueva industria”. El ensayo agronómico, en coordinación con el INTA y el Conicet, incluyó en la primera etapa unos 5.000 ejemplares implantados en tierra y otros 3.000 en invernadero, en las afueras de Chilecito. Próximamente, pondrán en circulación provincial un aceite de amplio espectro que se entregará gratuitamente a pacientes empadronados. Pero además abrirán una diplomatura universitaria en extracción de Cannabis, una ruta turística, capacitarán a pequeños y grandes productores, y esperan que se aprueben nuevos usos industriales y se adecuen los códigos aduaneros para poder exportar.

-Después de décadas de prohibición, una ley argentina permite la investigación y el cultivo de Cannabis con fines medicinales y terapéuticos. ¿En qué mundo se despierta hoy esta planta?

-El Cannabis despierta en un mundo mucho más permeable a recibir todas las virtudes de esta planta milenaria. Y esto es básicamente porque, después de 100 años de prohibición, la ciencia está más preparada. En el caso de la medicina, aprovechando el descubrimiento del sistema endocannabinoide y el efecto de los cannabinoides en el organismo humano, se ha avanzado mucho en la formulación de nuevos, más y mejores medicamentos que están cambiando la calidad de vida de un montón de personas. También la industria ha incorporado el Cannabis de una manera casi cotidiana, tanto en alimentos como en bebidas, suplementos y productos cosméticos. Y ni hablar de la tecnología aplicada a los procesos de producción, volviendo a utilizar la fibra y el cáñamo como materia prima. Hoy que el mundo está empezando a regular en contra de los plásticos, por ser contaminantes, el cáñamo regresa con un papel central, capaz de reemplazarlos, porque se pueden hacer desde materiales de construcción hasta bolsas de residuos, prendas y una multiplicidad de paquetería. Entonces, siempre digo también que el Cannabis, dentro de poco, va a ser incorporado en la vida diaria de las personas y la mayor parte de la población del mundo va a estar haciendo uso de él.

-¿Tanto así?

-Lo digo por dos razones: si lo tomamos desde el punto de vista recreativo, el mundo va hacia el fin de la prohibición y la penalización de las drogas, hacia un consumo adulto responsable, dado que el Cannabis es de los psicoactivos que, bien administrado, tiene menos consecuencias nocivas para el organismo (N de R, exceptuando patologías como ezquizofrenia y otros trastornos mentales). Ya la industria tabacalera está mutando a reemplazar el tabaco por marihuana. Y desde el punto de vista del uso medicinal e industrial, el Cannabis va a ser incorporado en el consumo diario, no sólo ya como una medicina, sino como un suplemento alimentario para modular el sistema endocannabinoide. Así como se toma una pastilla de Redoxon, por ejemplo, va a haber suplementos de ese tipo para aprovechar sus virtudes.

-¿Qué se sabe hoy de esta planta, cuánto de ángel y cuánto de demonio representa?

-Sus usos datan desde hace más de 5.000 años. Si hacemos una línea de tiempo, vemos que el Cannabis Sativa L, desde su lugar original -las regiones centrales del Himalaya, de Asia Central- se expandió a África, luego a Europa y de allí se extendió a América, con una multiplicidad de usos a lo largo del tiempo. Sabemos que al principio se utilizaba mucho por su valor nutricional. Después, como una medicina muy poderosa (incluso, chamánica o religiosa, con efectos sobre la salud muy benéficos). Luego se dio un aprovechamiento mayor, ya que en la Edad Media el mundo pasó a hacer un uso industrial del cáñamo: todas las cuerdas, la velas de los barcos, la vestimenta, el papel y otros insumos de uso diario, eran a partir de las fibras de cáñamo. De hecho, algunos Estados norteamericanos incipientes como Virginia tenían una legislación que obligaba a los granjeros a plantar alguna porción de su superficie con cáñamo, para el uso industrial de su fibra. Después, por supuesto, ya en tiempos modernos, a partir de que va cayendo la prohibición se resucitan parte de esos usos y se van descubriendo otros nuevos. Por lo tanto, en cuanto a la planta de Cannabis, lo que más se necesita actualmente, cuando uno se pregunta si es ángel o demonio, es darle la oportunidad de ser investigada, porque todos los días nos sorprende con los nuevos usos y aplicaciones.

-Nada de demonio, entonces…

-En esto de contrastar cuánto de ángel o de demonio, también tenemos que entender que la prohibición se hizo sobre uno solo, uno, de los más de 500 usos que tiene la planta. Y se utilizó el uso recreativo, o el uso irresponsable recreativo, para demonizar la planta, siendo que hoy se considera que también, hasta cierto punto, el uso recreativo puede ser considerado medicinal siempre que se haga un consumo adulto responsable. Por lo tanto, el único uso que podría considerarse como demonio también atraviesa una delgada línea. Y por supuesto, sus otros más de 500 usos están dentro de las virtudes de esta planta milenaria.

-¿Hacia dónde avanzan hoy las principales líneas de investigación?

-Como el mundo está empezando a entender las virtudes de esta planta y están empezando a caerse estos tabúes y prejuicios, la gente se está dando la oportunidad de empezar a probar y utilizar el Cannabis en la vida diaria, y ésto hace que se abran un montón de perspectivas. Hoy el CBD se ha transformado a nivel mundial prácticamente en un commodity; se lo ve más como un alimento que como un producto medicinal y se lo incorpora a bebidas y productos de consumo diario. Además, por supuesto también, está presente en las formulaciones ricas en CBD para distintas patologías. La medicina es uno de los caminos en donde la investigación más va avanzando. Pero también, las líneas de producción de cosméticos, el uso veterinario o la producción de semillas son grandes negocios que facturan en el mundo grandes cantidades de dinero.

-¿Qué perspectivas se abren con estos ensayos, quiénes intervienen?

-Como toda industria nueva a nivel mundial, se necesita una fuerte intervención del Estado para que todos los actores y todos los sectores formen parte de la cadena de valor. Las perspectivas son enormes porque ésto tiene una enorme demanda y, por lo tanto, un precio muy alto. Eso hace que las producciones de Cannabis sean en términos generales muy rentables especialmente porque, todavía, los marcos regulatorios son muy flexibles y en los lugares donde sí han sido valorizados los productos de Cannabis se los cobra a precios muy altos. Las perspectivas, por ejemplo para la Argentina, son muy importantes porque permiten que economías regionales, que por cuestiones de escala han quedado fuera del sistema de producción o de rentabilidad (porque son commodities agropecuarios que necesitan grandes superficies), podamos lograr altas rentabilidades en pequeñas superficies. Por lo tanto, se pueden incorporar a la cadena de valor pequeños productores que habían quedado desplazados por una cuestión de escala.

-¿De qué producciones estamos hablando, concretamente?

-Por ejemplo, en La Rioja, las producciones de oliva, de nogal, de vid, han pasado a ser producciones que necesitan más de 100 ó 200 hectáreas para lograr rentabilidad y todo el sector minifundista que tiene pequeñas superficies de 2, 3, 4 o hasta 10 hectáreas, había quedado fuera de este esquema. El Cannabis permite incorporarlos nuevamente a unidades económicas rentables. Desde ese punto de vista, abre perspectivas de ingreso genuino de dólares y de generación de puestos de trabajo en una actividad que está a la vanguardia de la tecnología, la medicina y que tiene un alto valor agregado, aparte de ser sustentable en el tiempo. Todo ello hace que se la considere dentro del concepto de la llamada “economía del conocimiento”, que tiene una ley específica en Argentina. 

-Agrogenética Riojana encabeza un plan estratégico de producción de Cannabis.
¿Cuáles son las claves de este proyecto oficial?

-Las claves son dos. La primera, es es que cuenta con una fuerte decisión política que ha tomado al Cannabis como política de Estado. Esto implica que tiene un único proyecto al que se suman todos los organismos de la provincia según sus capacidades. Por supuesto, lo lidera Agrogenétia Riojana, que es un centro de biotecnología con un área de productos y servicios, de investigación y desarrollo, que por su infraestructura y forma jurídica de empresa, es la más capacitada para llevar adelante el proyecto. Además de la decisión política, la gran virtud del proyecto de La Rioja es que ha atendido al Cannabis con un enfoque multidisciplinario que no sólo contempla la solución de un problema de salud pública con la producción de un aceite con control de calidad para todos los pacientes, sino también que trabaja en la formación académica en las dos universidades, en un programa de turismo asociado al Cannabis y, también, en el desarrollo industrial, ésto último atendiendo y asesorando a aquellos empresarios e inversores que quieren incorporarse a la cadena de valor. Todo esto se ejecuta a través de un centro de referencia de Cannabis que básicamente cumple esa función -hablo de Agrogenética-, como una plataforma de productos y servicios orientada al sector del Cannabis.

-¿Cómo es la estrategia del Estado o en qué consiste la idea de agregar actores a la cadena de valor?

- La estrategia del Estado en La Rioja es clara: como decía recién, actuar a través de Agrogenética como centro de referencia de Cannabis con tres ejes de acción. Primero, incorporar a empresarios grandes, pequeños y medianos, asistiéndolos en el know how y acompañándolos en la capacidad de gestión política de todos los permisos y todo lo que se necesita para ingresar en la cadena de valor. Por otro lado, cumple el rol de generar las alianzas estratégicas con universidades y otros organismos de investigación y de formación para que se atiendan y se desarrollen los nichos de mercado necesarios. Es decir, impulsar la investigación médica para la formación de nuevos productos que puedan ser vendidos en el mercado; la formación académica, que permita que médicos puedan prescribir ésto en sus consultorios; o el desarrollo de planes de mejora genética junto con universidades, para tener cultivares Made in Argentina. Así, con muchos otros sectores, generando una sinergia para que el Estado intervenga y esté presente en la cadena de valor garantizando que todos los actores puedan estar adentro. De hecho, el sector minifundista de pequeños agricultores, como decía recién, se ve incluido porque el Estado puede tercerizar en ellos la producción, comprándoles la materia prima, industrializándola bajo parámetros de calidad, y devolviéndoles luego el valor agregado.

-¿Para eso hay que buscar una variedad que se adapte a las condiciones ambientales de La Rioja? O es al revés, hay que adaptarse a la planta?

-Bueno, ese es justamente el desafío. Debemos trabajar en investigación básica y, sobre todo, en un programa de caracterización de variedades que permita determinar cómo se comportan en nuestros lugares, para adaptar nuestra infraestructura y nuestro manejo agronómico a una genética determinada, y en función de un producto de mercado determinado. Para esto, ahora es necesario contar con la importación de genéticas más elaboradas y desarrolladas, pero tenemos que caracterizar esas variedades y, también, tener planes de fitomejoramiento propios que den lugar a variedades que se adapten a nuestro propio lugar y forma de producción.

-Pienso en la cantidad de jóvenes argentinos que se van a California a trabajar en la cosecha de cogollos porque les pagan muy bien en dólares. ¿Cuál puede ser la rentabilidad de esta industria en Argentina? 

-Cuando se habla de la rentabilidad del Cannabis hay que separar las cosas en muchas facetas. El uso recreativo del Cannabis no tiene marco regulatorio en Argentina y sí lo tiene, por ejemplo, en California, entonces allí la manicura de la flor tiene un pago muy elevado porque el producto final tiene un alto valor y muchos latinoamericanos van a trabajar allá porque en poco tiempo generan mucho ingreso. No es el caso de Argentina, que no tiene un marco regulatorio para el uso recreativo. Sin embargo, el uso medicinal y el uso industrial también abren una ventana de rentabilidad que permite pagar mejores sueldos a las personas contratadas porque, como vengo diciendo, el Cannabis hoy tiene una alta demanda y debido a los problemas de los marcos regulatorios tiene poca oferta, un alto precio y puede darse el lujo de pagar mejor a sus empleados.

-¿Y cuál sería la rentabilidad en relación al olivo, las nueces, las vides o la jojoba? 

-Con relación a las otras producciones tradicionales, el Cannabis no debe competir. Por el contrario, debe sumarse en la ampliación de la frontera agropecuaria diversificando las inversiones y las producciones. Una de las virtudes que tiene el Cannabis es que contrata  mucha más mano de obra que esas producciones tradicionales que han pasado a ser commodities y se plantan en sistemas de alta densidad, donde todas las labores se mecanizan. En el caso de Cannabis, el cultivo tiene mucho laboreo manual, por lo tanto contrata mucha mano de obra. De todos modos, la rentabilidad de Cannabis, incluso a través del gravámen impositivo que se le asigne, puede ayudar a financiar otras actividades regionales que a pequeña escala han perdido rentabilidad. Podría subsidiar esos costos, sobre todo el referido a la energía para la extracción de agua, o costos de logística de fletes, ya que La Rioja está muy lejos de los puertos donde se exporta la mercadería. El Cannabis puede venir a potenciar y ayudar a las otras economías regionales, no a competir con ellas.

-¿Hasta qué punto el Cannabis puede convertirse entonces en una nueva economía regional? 

-Sin duda, es una de las industrias que más promete transformarse en una economía regional porque justamente es un cultivo de baja escala y alta rentabilidad; es decir, de poca superficie y alta rentabilidad. Todavía se necesita que el marco regulatorio genere los nichos de mercado. De hecho, ya hubo anuncios en ese sentido. El Anmat ya tiene tres categorías para poner productos en el mercado. Una es una especialidad medicinal, otra es la de  productos cosméticos, y la tercera es un cannabidiol con menos de 0,3% de THC que permite la circulación de un aceite de amplio espectro o incorporar el Cannabis a otros productos, por ejemplo, alimenticios. Ahí ya tenemos algunas categorías. Falta todavía la regulación de otros, como el uso veterinario o la mayor regulación en el uso industrial, pero no hay ninguna duda de que el Cannabis, en la cadena de valor, va a ocupar segmentos muy diversos porque son muy diversos los usos. Si nosotros contemplamos el uso industrial, la producción de medicamentos, la formulación de Cannabis en alimentos y bebidas, el uso cosmético, el uso veterinario y la gran variedad de usos industriales desde la fibra, el papel, las bolsas, vemos que todas estas, por sí mismas, constituyen economías regionales.

-¿Qué tipo de recurso humano requiere?¿Tenemos gente para eso? 

-El Cannabis es un aprendizaje, por lo tanto los recursos se forman en función de una serie de variables que están predeterminadas. En el caso de Cannabis, primero necesitamos definir qué producto vamos a hacer. En función de ese producto, elegimos qué genética brinda los cannabinoides o la materia prima para su formulación. Y en función de esa genética, elegimos la infraestructura y el manejo agronómico para la producción. Todo eso, en la etapa de cultivo. Esa etapa de cultivo necesita personal que atienda las distintas facetas, pero se entrenan según la tipología del lugar. No es lo mismo producir Cannabis en provincias húmedas que en provincias secas; en sistemas indoor, que en sistemas outdoor, o mixto. Entonces, es un aprendizaje de acuerdo al producto que se ha elegido en el lugar. Por eso no es tan necesario contar con recursos ya formados sino formar recursos de acuerdo al producto. Nosotros tenemos empresarios con gran capacidad y entendimiento en todo lo que son sistemas de producción de cultivos intensivos y, también, personal muy capacitado en las etapas industriales. Por lo tanto, la mano de obra no sería un problema. Sí sería un proceso de aprendizaje que tiene que entrenar a cada trabajador de acuerdo al producto que se haya elegido.

-La Universidad de Chilecito ofrecerá este año una diplomatura en Extracción y Cultivo de Cannabis. ¿Cómo surgió la iniciativa? ¿Alguna otra medida en el mundo académico?

-Respecto a esta iniciativa, está claro que lo que va a hacer la Universidad de Chilecito es ocupar un nicho de mercado que generará la ley industrial. Según Matías Kulfas, el ministro de Desarrollo Productivo de la Nación, la ley pretende crear en los tres primeros años 10.000 puestos de trabajo y 500 millones de dólares de mercado interno. Esos 10.000 puestos de trabajo indican que por lo menos 1.000 de esos van a ser mano de obra o recursos calificados. Entonces, lo que hacemos a través de la Universidad de Chilecito es formar los recursos que serán ocupados por aquellas licencias o emprendimientos industriales o de cultivo en Argentina que necesiten en una primera instancia la producción de materia prima y la industrialización de un primer producto. Es una diplomatura que no hay en el país y que viene orientada a llenar ese nicho. Por lo tanto, no hay duda de que va a tener una enorme convocatoria y que va a generar los recursos para los primeros emprendimientos de Cannabis del país.

-¿Qué leyes o medidas considera que hacen falta para avanzar?

-Respecto a la legislación que falta, está muy claro de que la 27.350 es una ley que no atiende a un proceso industrial. Está solamente orientada a un proceso de investigación de Cannabis. Lo que necesitamos en materia legislativa son dos cosas. Primero, que se sancione la ley industrial; es muy necesario que el proyecto de ley que se generó en el Ministerio de Desarrollo Productivo y que ya tiene media sanción en el Congreso sea votado definitivamente, para avanzar en la regulación de la norma y en la creación de la agencia regulatoria que entregará las licencias para la explotación comercial del Cannabis. Y también, se necesita que los organismos que integran el Estado, llamémosle Anmat, Ministerio de Agricultura, de Salud y Anlap (Laboratorios públicos), entre otros, generen los nichos de mercado necesarios. Por ejemplo, a partir de las categorías de producto de Anmat, necesitamos que Agricultura genere las reglamentaciones para el uso industrial del cáñamo, que se generen los códigos aduaneros para exportar o que Cancillería investigue de qué manera el mundo está comprando el Cannabis, para adecuar nuestras producciones y códigos aduaneros a lo que el mundo necesita. Todo ésto es un trabajo en conjunto que requiere una fuerte decisión política del Estado Nacional.