Son las 11.30 de la mañana. Desde España, Tony el Parrys está transmitiendo su partida de New World a 9.414 personas. Mientras el personaje controlado por Tony pesca, la sesión de streaming está por llegar a las 3 horas. En la pantalla se ve una laguna pequeña en un entorno digital de ensueño. El personaje está vestido como un explorador medieval y le muestra a su amo su presa. “Oye, mira ese pescadote” dice este streamer español que tiene 389.008 seguidores en su canal de Twitch. Mientras su avatar busca sobrevivir en el videojuego, Tony responde preguntas de sus seguidores sin quitar la vista de su pantalla y dice que cada cual disfruta el juego a su manera, pero que ya no hará tutoriales para los novatos. “Que los hagan los colegas, ya no hago eso”, afirma como quien ya no está para ciertas cosas.

Es su séptimo día de transmisión en vivo jugando a New World. “¿Han visto los cocodrilos? De verdad parecen cocodrilos”, sigue mientras su avatar tira la caña. La pesca de su personaje tal vez le recuerda que no ha almorzado, y en España son casi las cinco de la tarde. “¡Se me acaban de ir tres horas de mi vida de un suspiro!”, dice Tony exagerando un poco su sorpresa. “La magia de la pesca… Bien, enseguida vuelvo, es cuestión de calentar la comida y ya”. Pero Tony no se levanta de su silla. Sigue pensando en las horas que dedicó al videojuego, y dice que tiene muchas cosas que hacer. Resulta difícil creerle: todo hace pensar que la principal ocupación de Tony es justamente esto, estar frente a su audiencia hablando del nuevo juego de Amazon Games, estrenado apenas días atrás, el 28 de septiembre. 

Según un informe reciente de Twitch's Rockonomics, la plataforma es la más redituable para los streamers, por encima de YouTube y TikTok. En Twitch, los ingresos para los streamers rondan los 0.15 centavos de dólar por cada hora que un espectador pasa en su canal. Eso significa que si 1.000 fanáticos pasan cuatro horas viendo la transmisión de un artista, algo que Tony espera alcanzar esta tarde de lunes, ese artista habrá ganado cerca de 600 dólares.

El mismo informe advierte que los usuarios de Twitch pasan un promedio de 15,8 horas por semana en la plataforma. Twitch es una plataforma centrada en el usuario, por lo que los cálculos de distribución se hacen en base a las horas de transmisión y la cantidad de espectadores por cada una de ellas, en lugar de la distribución prorrateada por suscripción que aplica la mayoría de las plataformas. Por eso, los streamers necesitan transmitir: no alcanza con tener los suscriptores, hay que generar horas de streaming y convocar espectadores si querés generar dinero. Así se explica por qué las estrellas de Twitch deben ser histriónicos y verborrágicos, capaces de sostener un stream largo y atractivo.

Pasadas las 4 horas y media de transmisión, el stream de Tony El Parrys tiene 8.476 espectadores. Es una buena tarde para Tony, con números que rondan las métricas Belén La Chilena Belu Lawson y Coscu, dos de los streamers argentinos más exitosos. Pero bastante lejos de las mayores estrellas de la plataforma, como el hoy mundialmente conocido Ibai Llanos. Tanto Coscu como Ibai saltaron a la vista del gran público porque fueron de las poquísimas personas con acceso total a la novela deportiva del verano europeo, el pase de Lionel Messi de Barcelona a París Saint Germain. A fines de septiembre, Ibai mostró en un stream los ingresos estimados para ese mes. La cifra era de 145.837,83 dólares, únicamente por las transmisiones en la plataforma.

A comienzos de este año, Ibai tuvo su primer titular del año a partir de un video en el que defendía la recaudación de impuestos por parte del Estado español. Debido a la edad de la mayoría de ellos, y a la raíz global de su actividad, no es fácil comprender para los streamers por qué deben tributar a un Estado nacional una vez que declaran sus ganancias. En medio del boom de las transmisiones en vivo durante el confinamiento, muchos streamers españoles trasladaron sus salas al Principado de Andorra, un pequeño paraíso fiscal rodeado por España y Francia. Uno de ellos fue El Rubius, un streamer de YouTube, que frontalmente aseveró que llevaba diez años “pagando aquí (España), o sea... yo sé que habrá gente que me critique pero bueno, la gente muchas veces habla sin saber. Y sé que va a pasar pero no me preocupa". Ibai, en cambio, adujo que es lo justo que los que más ganan sean los que más pagan: "Me parece un buen acto tributar aquí, porque es lo que hace todo el mundo y como lo hace todo el mundo, pues yo lo hago", explicó.

En un stream reciente, a inicios de octubre, habló sobre la excepcionalidad de las hoy estrellas en auge. Dijo que las cifras que él y otros streamers ganan “no son reales” y aconsejó a su audiencia no dejarse tentar: “Cuando veáis lo que gana una persona no digáis ‘ay, me tendría que haber dedicado a ser streamer’. Que no, que no. Que no hagas eso. Lo más importante es lo que tú quieras hacer con tu vida, con tus estudios y tu trabajo (…). Eso es lo más importante que tienes que hacer siempre. Sé que es una mierda que no te motiva, pero es lo que nos ha tocado. Si tú después tienes ambiciones fuera de ahí como pintar, bailar o hacer streaming en Twitch hazlo sin dudarlo. Pero si yo quiero ser streamer lo que voy a hacer es estudiar o trabajar en las mañanas y en mi tiempo libre ponerme a stremear, que es lo que a mí me gusta. (…) ‘Tengo 3 viewers, estoy desmotivado’. Desmotivado no: platéatelo, tomátelo como estar de streameando de risas con tus colegas, no te tomes Twitch como un trabajo. ¡Esto no es real! ¡Esta mansión donde vivimos no es real! ¡Lo que gano yo no es real, no es real para nada! Disculpame que me ponga de ejemplo pero esos casos son uno entre miles de millones. (…) Yo, de verdad, veo mucha obsesión con querer ser streamer porque se piensan que tú stremeas en Twitch y enseguida eres millonario y es totalmente mentira”.  

Esta nota originalmente fue publicada en Redacción Mayo