Las dos que no cumplen son casos conocidos: Vicentin y Molino Cañuelas. Entre ambas, deben casi $ 64 millones, en una docena de bancos, y su situación es nivel 5: irrecuperable.

De los 18 millones de empresas que tienen algún tipo de deuda con entidades financieras, hay 2,3 millones en situación nivel 4 (Riesgo alto) o 5 (Irrecuperable), con deudas por casi $ 317 millones, según los datos de junio de 2021 (último disponible) ofrecidos por el Informe de Entidades Financieras del Banco Central.

Según se puede recoger de la información pública que ofrece el Banco Central de la República Argentina, la morosidad de las empresas se mantuvo en el orden del 1% durante años, hasta 2018, cuando ocurrió el primer gran salto devaluatorio durante el gobierno de Mauricio Macri.

En noviembre de ese año, el porcentaje superó la barrera del 2%, después de casi una década. Sería solo una muestra de la escalada que se dio en 2019, cuando la morosidad de las empresas llegó a su pico en noviembre, con un preocupante 5,7%.

Durante 2020, ese número se mantuvo en una “meseta alta” y se ubicó en noviembre en 5,9%. Un año más tarde, comenzó el sendero del desendeudamiento y bajó a 4,9%.

Los porcentajes más elevados de irregularidad se ubican en el sector industrial. En noviembre de 2020, la morosidad se ubicaba en dos dígitos: 11,5%. Para noviembre de 2021, el porcentaje había bajado al todavía alto 8,2%, producto de las reestructuraciones de deuda ofrecidas desde el Estado.

Daniel Rosato, titular de Industriales PyMEs Argentina (IPA), hizo un repaso de la situación de las empresas, en diálogo con Redacción MAYO. “El desastre para la industria comenzó con los tarifazos energéticos. Hubo una gran desestabilización que provocó también una gran inflación. La energía era barata, es cierto, pero pasó a ser muy cara. Esto generó estancamiento, falta de competitividad y llevó a gran parte de la industria a tener que endeudarse para subsistir”.

El empresario diferencia entre los tipos de deuda que toman las empresas: para inversión o para subsistencia. “Con las devaluaciones y los grandes aumentos en insumos difundidos, se terminó de agravar la situación. Muchos salieron a hipotecar la fábrica para pagar salarios. Eso es peligrosísimo”, consideró.

A partir del 2020, con la llegada de la pandemia, “se produjo también un endeudamiento grande por el lado impositivo, producto de una crisis financiera insostenible que hacía no poder cumplir con obligaciones fiscales”.

“No se podía pagar la energía porque no se podía producir ni vender. Algunas no tuvieron problemas, otras no pudieron y esas son las que el Gobierno salió a sostener con la extensión de plazos en las deudas fiscales”, recordó.

IPA realiza una encuesta entre empresarios PyMEs que en su última versión arrojó: “Un 50% considera que va a mejorar la producción; un 30%, que se va a sostener igual, y un 20% que puede empeorar. Nosotros creemos que la situación va a mejorar, en la medida que Argentina logre un acuerdo razonable con el FMI, que invite a la inversión y se pueda seguir creciendo”.

Para Rosato, “con la salida de las restricciones y la reactivación productiva, hay otro horizonte”. “Las PyMEs siguen endeudadas, pero menos. Además, se volvió a tomar crédito para inversión, con vistas de crecimiento, y eso es muy importante”.