Dijo Mourinho hace unas semanas que el Nápoli podría ser el mejor equipo y ganar el 'Scudetto', pero que no tenía un jugador como Dybala, y en cada partido el argentino corresponde a su técnico. Pero no puede con todo. Esta vez no evitó el tropiezo ante el recién ascendido Lecce (1-1) de una Roma que pierde la oportunidad de afianzarse en la zona 'Champions'.

Ya no son solo las dos asistencias de la pasada jornada o el gol de esta, es que todo el potencial ofensivo depende casi en su totalidad del campeón del mundo argentino, que este sábado no pudo inventarse una genialidad para decantar la balanza a favor de una 'Loba' que, pese al empate, dormirá en puestos de Liga de Campeones.

Gol de Dybala en el empate entre Roma y Lecce - ESPN Video

Se jugaba mucho el Roma en el estadio Via del Mare de Lecce, un escenario complicado en el que confirmarse como conjunto candidato a los puestos de Liga de Campeones teniendo en cuenta, además, que Lazio o Atalanta -incluso ambos- se dejarán puntos en su enfrentamiento directo.

Pero no empezó nada bien el partido para el conjunto de José Mourinho, que se vio contra las cuerdas en el minuto siete con un gol en propia de Ibáñez. El central introdujo el balón en propia meta tras el remate de Baschirotto y abrió el marcador. Recibió de su propia medicina, se vio superado en su mayor virtud, el balón parado.

Y si al complicado escenario y a ese traspié inicial se le suma que el conjunto 'giallorosso' pasa por su peor momento de cara a puerta -es el equipo menos goleador de los seis primeros-, el partido se tornó en una misión cuanto menos complicada para un equipo al que le cuesta mucho sobreponerse de los golpes encajados.

Pero esta vez fue ligeramente diferente. La reacción fue más rápida que de costumbre. Abraham, titular indiscutible para el técnico setubalense, se reencontró la pasada jornada con el gol y se notó este sábado contra el Lecce.

Mucho más suelto, con más confianza, más acertado, fue un desahogo para las salidas de balón de su equipo aguantando la pelota y dejando de cara para salir rápido con profundidad por las bandas. Incluso, dejó solo a El Shaarawy con un sutil toque de exterior por encima de la defensa que pudo ser el empate pero que el italiano estrelló en la cara del meta rival.

La ocasión al limbo evidenció las complicaciones ofensivas de los visitantes, pero fue un síntoma de mejora respecto a otros partidos. La solución, una vez más, fue el balón parado. La pasada jornada ante el Empoli, los dos goles nacieron en un saque de esquina. Esta vez no fue diferente, solo cambió el lanzador. Sirvió Pellegrini y la peinada de Cristante envenenó el envío hacia Smalling dentro del área pequeña, pero el inglés no pudo rematar por una mano clara de Strefezza que fue sancionada como penal. Dybala no falló desde los once metros y dio vida a la 'Loba'.

De hecho, se dio vida a sí mismo. Empezó a tener peso en el ataque, a hacerse dueño del partido y a filtrar balones peligrosos, especialmente a un Abraham que, enchufado, obligó a sacar una mano salvadora a Falcone en dos ocasiones antes del descanso.

Pero la 'Joya' no fue esta vez suficiente por sí misma de desarbolar el gran entramado defensivo de un Lecce que, pese a ser un recién ascendido, es un equipo combativo, que además goza en sus líneas de jugadores como Umtiti o Baschirotto en defensa, Hjulmand en la medular y Joan González en ataque que elevan el potencial de un conjunto sureño que se defendió con solvencia y que consiguió generar peligro.

Lo intentó de todas maneras, pero no consiguió resolver Dybala el partido y el empate se mantuvo en el marcador de puntos. Un reparto de puntos que priva a Roma de confirmarse como un claro postor a participar en 'Champions' la próxima campaña y que volvió a poner de manifiesto la dependencia ofensiva de Dybala que sufre esta Roma, que sin el argentino es prácticamente estéril en ataque.