En la ciudad de Córdoba vive Gabriel Orge , artista visual, fotógrafo y docente. Lleva adelante una gran obra titulada “Apareciendo”, que comenzó en 2014 con una serie de acciones e intervenciones sobre el paisaje natural y urbano a través de retratos fotográficos que traen a la memoria a personas desaparecidas.

Apareciendo a López en el río Ctalamochita” ganó el 1 ° premio adquisición del Salón Nacional de Artes Visuales 2015. Actualmente se exhibe como muestra itinerante de la colección del Palais de Glace denominada “Lo visible y lo Invisible”, viaja por el museo de Capilla del Monte desde el 23 de octubre y seguirá hasta La Cumbre donde se podrá visitar desde el 20 de noviembre. En la capital de Córdoba se pueden visitar otras obras del artista, como las fotografías de “Fran” y “Skate” en el museo Genaro Pérez, bajo la muestra “Recomienzo Continúo”.

Apareciendo a López en el río Ctalamochita. 2014. (a partir de una foto de Helen Zout). 1er Premio adquisición del Salón Nacional de Artes Visuales 2015.
Apareciendo a López en el río Ctalamochita. 2014. (a partir de una foto de Helen Zout). 1er Premio adquisición del Salón Nacional de Artes Visuales 2015.

En el marco de “Apareciendo”, Orge realizó en octubre de este año una intervención en la ciudad de Rafaela, Premio Adquisición Comisión Municipal para la Promoción de la Cultura. "Echa Luz" es una instalación de hilos 250cm de altura / proyector 300/400 cm / loop / 2021. Se puede ver en el museo “Urbano Poggi”. Paramos la luz de una tarde y nos permitimos conversar sobre este último momento de su obra.

Para comenzar te comparto una poesía que leí hace poco:

Si de vos me dijeran que no exististe,

les gritaría que me quedan,

tus ojos tristes,

tu caminar lento,

tu sonrisa apenas esbozada,

tu caricia leve y una larga espera,

de la que no volveremos nunca

o tal vez si ".

Se llama Octubre 1976 , de Ana María Ponce. Si esa espera no quiere ser olvido, le oponemos la memoria. Entonces ¿Qué es para vos la memoria? ¿Qué concepto o idea de memoria te habita  y marca tu obra Apareciendo?

—Creo que la memoria -en su acepción más inmediata- está ligada al recuerdo de situaciones y personas que forman parte del relato que construimos sobre nuestro pasado y que va moldeando la propia identidad. Esos acontecimientos íntimos, familiares, a la vez están enmarcados dentro del devenir de la historia misma, la de tu pueblo, tu ciudad, tu país y por qué no, del mundo… De muy joven me interesé por la fotografía, que es una herramienta muy potente cuando pensamos en la memoria, ese interés me acompaña desde hace muchos años y en el proyecto Apareciendo concretamente, la idea es “hacer aparecer” a través de la luz a personas y comunidades que han sido desaparecidas, invisibilizadas o desplazadas por la violencia. La obra va adoptando diferentes materialidades que le van dando cuerpo a esas ausencias a través de intervenciones lumínicas sobre el paisaje urbano y natural, acciones de revelado de carácter performático y video instalaciones.

— Apareciendo crece y crece. En octubre participaste de la Novena Bienal Nacional de Arte, en  la ciudad de Rafaela bajo la muestra titulada Atmósfera en sitio. La Bienal que organizó el Museo Municipal de Arte “Dr. Urbano Poggi ” esta vez más instalaciones. Tu obra Echa luz fue premiada ¿A qué se debe su nombre?  ¿Qué  representa este premio para vos?

—Así es, la obra obtuvo un premio adquisición, pasa a formar parte de la colección del museo como patrimonio de la ciudad, siempre es un honor que eso suceda, algo que creaste será conservado por un museo público en este caso, y pasará a formar parte de ese relato que va escribiendo una comunidad. La obra se llama Echa Luz y el nombre hace idea de hacer visible o esclarecer algo que está oculto u olvidado. Es un juego de palabras también, porque es una proyección de luz que traslada una serie de imágenes sobre una superficie, en este caso hilos.

ECHA LUZ.

 —Intervenciones lumínicas, paisajes habitados por retratos, territorios conmovidos por fotografías en el que aparecen personas secuestradas y desaparecidas en dictaduras y en democracia. Apareciendo en esta novena Bienal se caracterizó por un montaje que te ví construir en las redes. ¿Cómo se llama esa técnica?

La idea inicial de la obra fue crear una proyección, ya no en el paisaje, sino en el interior de un museo pensando en un componente cinético que me permitiera darle movimiento a los retratos proyectados. A partir de ese interés, decidí trabajar con capas de hilos suspendidos a tres metros de altura y proyectar sobre esa estructura los retratos de los jóvenes rafaelinos desaparecidos o asesinados por el terrorismo de estado. Hacerlos aparecer uno tras otro y dejar que la leve brisa de los cuerpos que circulan por el museo produzcan un sutil movimiento de los hilos. En los rostros, al estar proyectados sobre esas capas de hilo y no sobre una superficie plana, se produce un efecto de tridimensionalidad, habitan un plano no muy definido. También se produce un efecto anamórfico que me interesa, la imagen va cambiando según el punto de vista del espectador. Estos recursos me ayudan a construir una metáfora a partir de la idea de urdimbre como fue pensada la obra para el espacio del museo. Fue muy inspirador el concepto Atmósfera en sitio, propuesto por Sofía Culzoni, curadora de la Bienal.

   —Estaba pensando mientras miraba Apareciendo, que hay un  eje que atraviesa cada acción y es la búsqueda de un elemento vivo que acompañe estos retratos, como si eso traumático, que tanto estudiamos los analistas y lo definimos como un agujero imposible de nombrar, siempre singular brilla por una pulsión mortífera ¿Coincidís con esto? ¿Tus acciones buscan  algo vivificante? 

Creo que de alguna manera trata de un deseo y de una utopía, también de una necesidad que va más allá de mi intención, porque involucra a otras personas, familiares, amigos, instituciones, que como yo, sienten el deseo de recordar, de entender nuestra propia historia, de asumir como sociedad que en el terreno del dolor no hay olvido y si no hay olvido hay vida, otra vida, y quizás la luz, el movimiento y la naturaleza, ayuden a expresar simbólicamente eso que es tan difícil de nombrar.

Apareciendo a Silvia Ferrari en la barranca del Catalamochita
Apareciendo a Silvia Ferrari en la barranca del Catalamochita

— Volviste a Bell Ville, con ese río donde alguna vez contaste algunos recuerdos de infancia y también donde apareció Julio López por primera vez. Siete años después aparece Silvia Ferrari en el Parque Tau, reserva de tu ciudad natal. Como solían hacer en tu taller La foto contada, te animas a relatar ¿Cómo aparece ella, sus colores, su gente, ese clima de intimidad? Para los que no la conocimos ¿Quién era Silvia Ferrari?

Bell Ville es la ciudad donde nací y a la que sigo afectivamente muy ligado y siempre es una buena ocasión hacer algo allí y esta vez fui invitado por Paula Mariani, directora de la Escuela de Bellas Artes Fernando Fader. Juntos planeamos intervenir el paisaje de la reserva Francisco Tau con el retrato de Silvia, bellvillense, delegada gremial de la Unión de Educadores, secuestrada junto a su pareja en enero de 1976 . La idea de hacerlo en el monte que bordea al río tiene que ver con el vínculo que tenemos los bellvillenses con ese paisaje, allí están enredados nuestros recuerdos, se cruzan tantas historias en esos senderos. Entonces nos juntamos allí con Ani, hermana de Silvia, amigos, profes, alumnes de la Fader, juntos esperamos que la tarde cayera y el ocaso nos permitiera ver

Silvia reflejándose, iluminando el paisaje de la costa, cada vez más luminoso a medida que iba oscureciendo. Se trató de un encuentro y de un ejercicio de memoria de un grupo de personas de la comunidad.