Pintaba para grandes cosas el muchachito nacido en La Rioja que alumbraba a la Ucedé cordobesa con vocabulario sencillo y una cierta empatía con los más jóvenes. Así comenzó a construir su liderazgo Germán Luis Kammerath Gordillo en la provincia, quien de a poco se fue apoderando del partido y desplazando a la línea de gerontes que lo gobernaba como una agrupación sin mayores brillos ni pretenciones.

Fue diputado provincial, después armó una alianza táctica con Eduardo Angeloz y en 1993 fue elegido diputado nacional, siempre por la Ucedé.  Esa elección le sirvió al cacique radical para obtener un triunfo claro en las urnas relegando al peronismo que en ese momento llevaba a Juan Schiaretti como primer candidato a diputado nacional de una lista bendecida por el entonces poderoso Domingo Felipe Cavallo.

Kammerath se ganó la antipatía del ministro de Economía, quien nunca le perdonó el desaire (le había ofrecido ser parte de la lista del PJ). Luego, el ascenso del joven dirigente sedujo al presidente Carlos Menem, quien lo conocía de pequeño porque era amigo de su padre y lo acogió en su momento en el recoleto estudio jurídico de La Rioja.

Con el tiempo, al joven brillante y encantador empezó a corrérsele el maquillaje: fue denunciado supuestamente de delator durante la dictadura primero y luego por haber adulterado documentos para conseguir su título de abogado.

Sin embargo, Menem siguió con su respaldo y lo nombró interventor en ATC, lo que actualmente es la televisión pública. Hacia allá partió con una interesante dotación de cordobeses, que pronto fueron fagocitados por las luces y la brillantina de la ciudad de Buenos Aires. Esa fue la escala previa a ser designado secretario de  Comunicaciones de la Nación, donde ocupó el primer despacho de uno de los edificios emblemáticos del país: el de Correos, donde actualmente está emplazado el Centro Cultural Kirchner.

Cruzado por denuncias de supuesta corrupción, Menem no se amilanó y le pidió a José Manuel de la Sota que lo llevara como candidato a vicegobernador en 1998 y tiempo después como aspirante a la Intendencia de Córdoba, capital. A De la Sota no le tembló el pulso y aceptó la petición presidencial.

Intendente desastroso

Su gestión como intendente no merece mayores vueltas a la hora de buscar una palabra que la defina: desastrosa. Pronto, De la Sota le soltó la mano y literalmente le intervino el municipio con una batería de dirigentes comanda por Olga Riutort, en ese momento su esposa y secretaria General de la Gobernación.

Kammerath recibió denuncias por supuestos hechos de corrupción desde la A a la Z y fue el principal factor que hizo eyectar al peronismo del Palacio 6 de Julio. Luis Juez ganó esos comicios por demolición.

Una vez que asumió, el nuevo jefe muni cipal armó una comisión para investigar la gestión del ucedeista-menemista: la Cigeka (Comisión Investigadora Gestión Kammerath). Al frente quedó Juan Carlos Rabbat pero ese organismo dio vueltas y más vueltas y nunca logró encontrar nada contra el exintendente, cargado de sospechas y con una enorme imagen negativa que le impedía hasta salir de su casa porque la gente no paraba de insultarlo.

Curiosamente, Juez le hizo otra denuncia que quedó fuera del ámbito de la Cigeka: la causa Radioaviso, por la cual le entregó a una empresa de su cuñado, Marcos Álvarez, el control satelital de la flota de vehículos de la Municipalidad. Tal pedido lo hizo otro cuñado, Alejandro Rodríguez de la Puente , responsable del área Automotores, quien luego falleció. Ese expediente prosperó y fue a juicio. La Cámara Segunda del Crimen lo condenó a 3 años y seis meses de prisión efectiva por negociación incompatible con la función pública (corrupción).

Apeló y después de algunas idas y vueltas por artilugios defensivos, la causa fue resuelta por el Tribunal Superior de Justicia, que convalidó el fallo de la Cámara Segunda. KIammerath volvió a recurrir la sentencia y el caso fue a la Corte Suprema de Justicia. Ahora y sorpresivamente el máximo Tribunal del país ratificó lo dispuesto por los jueces cordobeses, con lo cual aquel muchachito de la historia -que pasó de un departamento de dos dormitorios en 27 de Abril y Belgrano a un coqueto country- estará tres años y medio a las sombra. O un poco menos si se porta bien y no altera el orden en Bower.

Por lo pronto, se suspendieron sus actividades como armador en las sombras del PRO cordobés. Macri le delegó funciones durante mucho tiempo, que ahora no podrá cumplir. De momento, su principal ocupación será declararse enfermo y que le dicten arresto domiciliario. Bueno, para eso tiene muy buenos abogados.