Marcelo Mario Sajen pasó a la historia de las crónicas negras de Córdoba como "el violador serial" que marcaría la vida de muchísimas personas. Con sólo 39 años, y luego de haber consumado al menos 93 abusos sexuales, acorralado por la policía tras operativos policiales que parecían de película, se disparó un balazo en la cabeza en el jardín de una vivienda de barrio Santa Isabel el 28 de diciembre del 2004. Dos días después falleció en el hospital de Urgencias de la ciudad Capital.

Sajen, a quien apodaban "El Turco", formó dos familias paralelas que vivían a pocas cuadras de distancia y sus parejas se conocían entre sí, tenía cinco hijos y tres hijas. "Era un padre ejemplar, dedicado, una persona normal, de bien, concurría a misa", dijeron en aquellos días aciagos sus vecinos. Pero su otro costado era el de una bestia, tal como lo describen los periodistas Claudio Gleser y Dante Leguizamón en el libro "La Marca de la Bestia", donde narran en profundidad los detalles de las aberraciones cometidas por Sajen.

Según pudo comprobar el fiscal Juan Manuel Ugarte, a cargo de la investigación y quien finalmente logró la detención del depravado, entre 1991 y 2004 se le documentan 93 violaciones. No obstante, algunos funcionarios vinculados a la causa aseguran que los ataques sexuales habrían sido alrededor de 200.

El identikit que realizaron los investigadores con el aporte de las víctimas. Archivo
El identikit que realizaron los investigadores con el aporte de las víctimas. Archivo

Ana, la víctima que despabiló la modorra del poder cordobés

Desde 2002 circulaba en la ciudad de Córdoba la versión de que había un violador de jóvenes que circulaban por la zona del Parque Sarmiento y la Ciudad Universitaria. Se fueron haciendo denuncias, pero como estaban en distintos juzgados no eran vinculadas entre sí.

Fue "Ana", el nombre ficticio que eligió una de las víctimas, quien finalmente y luego de mucho luchar, en 2004 envió un correo electrónico que se hizo público, viralizándose en las redes sociales.  Allí contó los abusos que había padecido y aconsejó a las chicas que no anduvieran solas: "No anden solas, no se descuiden, no confíen en la policía... tenemos que estar preparadas y mentalizadas de que si alguien nos llama de atrás, nos pone una mano en el hombro o nos agarra, la única forma de zafar es gritando, tirándote al piso, abrazando a alguien que ande por ahí, metiéndote en un negocio o, simplemente, corriendo...". 

Uno de los grandes operativos policiales que se montaron el 28 de diciembre de 2004 para dar con Sajen. Foto: Archivo La Nación
Uno de los grandes operativos policiales que se montaron el 28 de diciembre de 2004 para dar con Sajen. Foto: Archivo La Nación

A partir de ese momento en Córdoba se vivió el terror: surgían nuevas versiones, nuevas víctimas, nuevos testimonios. Miedo, paranoia e impotencia ante las autoridades que no hacían absolutamente nada. Fue en ese contexto que la opinión pública presionó de tal manera que recién entonces, el gobernador José Manuel De la Sota tomó cartas en el asunto, como también la justicia, que hasta entonces no había hecho demasiado.

Las víctimas se sumaban, era el mismo modus operandi, la misma facilidad para desaparecer en las sombras y eludir la policía. En una sobreactuación, el gobierno provincial ordenó que se realicen pruebas de ADN a todos los hombres que fueran similares al identikit que habían logrado elaborar con la colaboración de las chicas abusadas. Así fue que detuvieron a Gustavo Camargo, un verdulero del barrio San Vicente de Córdoba que estuvo preso 41 días, hasta que por las muestras genéticas descubrieron que era inocente y lo liberaron.

El entonces gobernador De la Sota y el fiscal Ugarte en una conferencia mostrando la foto de Sajen. Foto: Archivo
El entonces gobernador De la Sota y el fiscal Ugarte en una conferencia mostrando la foto de Sajen. Foto: Archivo

La medida que encauzó la investigación y permitió la detención del violador serial

En septiembre de 2004, el fiscal Ugarte se hizo cargo de la causa, y comprobó que entre 1991 y 1997 se habían registrado ataques similares en el barrio San Vicente y alrededores, que se interrumpieron entre 1999 y 2000, por lo que dedujo que el delincuente había estado preso en ese lapso.

Ugarte investigó a todos los que tenían un parecido físico con el violador y hubieran estado detenidos en esas fechas, y allí apareció Sajen entre otros varios sospechosos.

Luego de diversos operativos -muchos fallidos y otros positivos- el círculo se fue cerrando en torno a "El Turco". Su esposa Zulma Villalón -con quien había convivido 22 años- permitió que le sacaran una muestra de sangre a uno de sus hijos y aportó un peine y un cepillo de dientes de Sajen. La prueba de ADN fue terminante: coincidía plenamente con el material genético hallado en sus víctimas.  

Mientras los cordobeses seguían en vilo, aterrados y pendientes de cada movimiento que daba la policía, el 23 de diciembre de 2004 los uniformados allanaron una de las viviendas del depravado en barrio Villa Urquiza pero Sajen ya no estaba allí.

El entierro del violador serial Marcelo Sajen el 30 de diciembre de 2004. Foto: Archivo La Voz
El entierro del violador serial Marcelo Sajen el 30 de diciembre de 2004. Foto: Archivo La Voz

El 28 de diciembre un excompañero de presidio del violador serial llamó a las autoridades y lo delató, movido por la recompensa de 50.000 pesos que había dispuesto el gobernador De la Sota para quien aportara datos certeros sobre el paradero de Sajen.

Tras una persecución de película, el 28 de diciembre la policía allanó una vivienda ubicada en la calle Tío Pujio al 1800 en barrio Santa Isabel y logró dar con la persona más buscada en la historia de Córdoba: Marcelo Sajen, la bestia, el responsable de casi cien violaciones. Arrinconado por los efectivos en el jardín de la casa, el violador serial se disparó en la sien con una pistola calibre 45. Dos días después falleció en el Hospital de Urgencias de la ciudad de Córdoba, adonde había sido trasladado con pocos signos vitales. Ese día terminó la pesadilla.

Fuentes: Clarín, La Nación, La Voz, Wikipedia