Con 23 años, el joven estudia para ingeniero en software en un instituto de Río Cuarto.

Sus innovaciones se han vuelto virales en las redes sociales, sobre todo en el campo de la agricultura.

A los 15 años compró un Fiat 600 que manejaba por las calles de tierra del campo, en el parador cordobés de San Ambrosio, ubicado a 20 kilómetros de la ciudad de Río Cuarto.

Cuando volvía de la escuela, no lo pudo frenar y se dio vuelta. Al fitito se le abolló el techo y lo dejó estacionado bajo un árbol.

Luego, a la semana siguiente, le cortó el techo. 

Esta capacidad de invención ya se expresaba desde pequeño. A los cinco años construyó un ventilador para combatir el calor y lo hizo con un motor de un trencito de juguete.

A los 20 años adaptó una bicicleta fija para que, al pedalear, cumpla la función de un cargador de celular. El artefacto cuenta, además, con una luz led que avisa cuando se inicia la corriente.

Finalmente, volvió a ser viral cuando le instaló un sensor a los vehículos, que no permite que se maneje alcoholizado.