Astrid Patiño Carabelli, la primera nieta recuperada en Córdoba en 1984, le agregó un capítulo conmovedor y emotivo a su historia personal, luego de que el Tribunal Federal 3 de la Provincia de Córdoba avalara, después de un largo juicio, su identidad plena. “Es crucial poder saber sobre el origen de cada uno y el sentido de muchas cosas de nuestra vida”, aseguró la mujer.

Los secuestros, torturas, desapariciones, robo de bebés y niños y asesinatos de personas cometidos durante la dictadura cívico-militar que tomó el poder en Argentina en marzo de 1976, su juzgamiento y las demandas de los familiares de las víctimas, siguen mostrando aspectos conmovedores, 46 años después.

En diálogo con “Crónica Matinal” por canal 10, Astrid remarcó que “finalmente llegó la justicia y la verdad, acompañada de la memoria. Recuperar la identidad que yo tenía hasta los tres años, en que fui secuestrada junto a mi mamá, es recuperar esa historia que quedó trunca y aunarla a una vida”.

Más adelante, al ser consultada sobre como marca su vida el hecho de recuperar su identidad plena, invitó a imaginar lo que le pasaría a cualquier persona que, 40 años atrás, “tuviera un nombre, una familia, una fecha de cumpleaños, un número de documento y que de repente, eso dejara de ser así”.

Sus progenitores, Omar Patiño y Gabirela Carabelli, fueron secuestrados en distintos momentos y encarcelados en La Perla, donde fueron torturados, asesinados y desaparecidos. “Mi papá y mi mamá estaban separados, y cuando mi papá se entera que nos secuestraron, dejó todo y salió a buscarme”. Eso sucedió el 3 de abril de 1976. Pasó todo ese año y 1977 recorriendo el país. “Lo terminan secuestrando por buscarme, con mi fotito en el bolsillo, el 28 de diciembre de 1977” y lo trasladan a La Perla.

“Así era este plan absurdo y loco de la dictadura, cada uno debía ser asesinado en su lugar de origen”, por lo que lo trasladan al centro clandestino de detención cordobés, donde finalmente lo matan el 4 de enero de 1978, contó Astrid Patiño Carabelli.

La primer nieta recuperada en Córdoba por Abuelas de Plaza de Mayo en 1984, recordó que en aquel momento, la justicia dispuso “que se quedara con la familia que la adoptó”. Recalcó que esa familia, “no eran militares, ni personas que buscaron robarse una niña”, aunque en ese momento de esas cosas “no se hablaba”.

“Fue muy difícil, ese silencio se prolongó durante muchísimo tiempo”, sostuvo y señaló que recién cuando comenzó a ir a la universidad, se animó “a hablar y a preguntar”, para lo que resultó central el acompañamiento de Abuelas. “Me fui reencontrando con mi familia, con mi tía biológica, hermana de mi papá que le sobrevive”, relató.

Al recordar ese momento, aseguró que “fue muy fuerte, porque encontró “gestos, miradas identitarios”, que le agregaron sentido a muchas cosas en su vida. ”Es crucial poder saber el origen de cada uno y el sentido de muchas cosas de nuestra vida", afirmó y contó una experiencia propia.

“Una bisagra para mí fue el nacimiento de mi hija. Era una bebé preciosa de pelo negro y ojos azules, que yo dije-esta criatura de donde salió- y se la devolví a la enfermera cuando vino, porque dije esta niña no es mía”, contó en relación a “lo difícil que es para alguien que fue adoptado, no saber nada sobre sus raíces cuando nace un hijo”.

Finalmente, dejó el mensaje para los que duden de su identidad. “Es un camino precioso, duro en algunos momentos, pero muy necesario porque te llena completamente y da sentido a tu existencia a la de tus hijos. Es muy importante poder saber la verdad, encontrar la justicia y dar honor a la memoria de nuestros viejos, que tanto hicieron”, concluyó.

UNA HISTORIA EMOTIVA: recuperar su identidad y encontrarse en los rasgos de su papá y su mamá