Este jueves, un emocionante acto tendrá lugar frente al Juzgado Federal de Córdoba Nro. 3, dependiente del Poder Judicial de la Nación. Allí se entregarán los restos de Luis Eduardo Santillán Soria, desaparecido y asesinado días previos al derrocamiento del gobernador Ricardo Obregón Cano hacia 1974. 

Santillán era militante de la Juventud Trabajadora Peronista y su cuerpo apareció el 29 de septiembre de 1974 en un barranco camino al Pan de Azúcar (Cosquín). A casi cinco décadas de su muerte, y luego de un fallo judicial que permitió la exhumación en el cementerio de Río Segundo, los restos de Santillán serán entregados este mediodía a su familia. 

“Mi tío Lalo fue víctima de las bandas terroristas que surgieron en Córdoba en ese entonces y que provocaron entre otras cosas el derrocamiento del gobierno constitucional de Obregón Cano, la persecución política a opositores, el asesinato de activistas gremiales, sociales y estudiantiles, como así también, el crimen con alevosía perpetrado contra ese gran líder sindical, el negro Atilio López", expresó Adrián Jaime, sobrino de Santillán. 

Según pudo reconstruir a Cba24n, su tío fue secuestrado en un bar de Cruz el Eje, cerca de donde vivía, estudiaba y donde participaba en las filas del peronismo. Allí, una de las bandas de extrema derecha ametralló las paredes del lugar, dejando algunos heridos, persiguiendo también a otros jóvenes.

Respecto de la situación judicial del caso, aseguró: “Comparan al caso de los fusilamientos de José León Suarez durante la Libertadora ya que alguno de los sobrevivientes pudo relatar la situación vivida durante el crimen”.

“Al irse, la banda criminal dibujó un corazón en la pared y en su centro una leyenda que luego sería una abreviatura que simbolizó la insignia de la muerte y el terror: triple AAA - Alianza Anticomunista Argentina”, recuerda. 

Agregó además: “Los jóvenes secuestrados fueron llevados en auto, intentaron escapar, fueron heridos, ametrallados y tirados en un campo cerca del lugar. A mi tío lo arrojan por un barranco de camino por la ruta y sus restos fueron hallados al día siguiente”. 

El Museo de Antropología de la UNC exhibe fotografías relativas al caso que ya forma parte del Archivo Provincial de la Memoria. Foto: Gentileza.
El Museo de Antropología de la UNC exhibe fotografías relativas al caso que ya forma parte del Archivo Provincial de la Memoria. Foto: Gentileza.

Su hermana, Dominga Isabel Santillán fue quien solicitó la exhumación del cuerpo que se sospechaba era de su hermano pero que al haber sido enterrado sin acta de defunción, jamás había sido identificado. 

El Banco Nacional de Datos Genéticos procedió a comparar las muestras de Dominga y Luis Santillán para establecer si existía un vínculo filiatorio entre las mismas. Finalmente, se requirió al Instituto de Medicina Forense de la Provincia de Córdoba, resguardar los restos exhumados en tanto se obtenga el resultado del cortejo ordenado por la justicia. 

Finalmente, los resultados arrojaron compatibilidad genética y se dispuso hacer entrega de los restos de Luis a su hermana este jueves frente a Tribunales. Estarán presentes miembros de la comunidad sanavirona y su familia, quienes realizaron una invitación abierta al público para quienes quisieran acercarse a la sede judicial.  

Santillán era miembro de la comunidad sanavirona Kancharys del Xanaes, tenía 22 años cuando fue asesinado por una banda parapolicial que respondía a la Triple A. La comunidad acompañó fuertemente el pedido y búsqueda de justicia por Luis, llamado Sayrí entre sus compañeros.

Fue velado en Cruz del Eje, y luego se lo trasladó a Río Segundo para su inhumación, de donde es originaria toda la rama de su familia paterna. Varias generaciones son oriundas de allí. Y según contó Jaime, han podido rastrear que sus ancestros llegaron hace muchos años y provienen de los movimientos migratorios incaicos que poblaron parte de Argentina. 

Tenemos gracias al estudio de los registros de nacimiento oficiales una constatación hasta el año 1700 y aún más. Quienes impulsaron esta causa y reclamo por el crimen de Lalo, han podido constatar el flujo migratorio de los pueblos originarios que se remonta varios siglos atrás. Ese origen étnico hoy se reivindica”, subrayó Jaime en diálogo con este medio. 

Santillán fue enterrado en condiciones de persecución a todo el grupo familiar: “Se hizo sin papel alguno que registre el acto administrativo, ni se realizó investigación policial del caso, ni hubo certificación de su entierro. Se lo metió en un nicho provisorio, luego se lo cambió de lugar debido al constante acoso parapolicial y su caso quedó en el olvido”.

Este mediodía se cierra un capítulo en la historia de Luis Santillán y su familia, uno que desborda de emoción y de memoria y que duró cinco décadas: “Estamos seguros que el alma de Lalo descansará en paz, y sus restos descansarán en Río Segundo junto a todas las generaciones que nos antecedieron en la vida”.