Lo que la mitad de los cordobeses expulsa cuando usa el inodoro, o lava los platos o desagota el lavaropas, va a pozos instalados a tal fin en la vivienda. La otra mitad está conectada a la red cloacal de la ciudad. ¿Qué es y cómo funciona una red cloacal?. "Es como el sistema circulatorio de cualquier cuerpo: en lugar de venas y arterias que transportan sangre hacia y desde el corazón, son kilómetros de caños de distinto diámetro que se interconectan y confluyen en la planta de tratamiento de Bajo Grande. Claro que en lugar de sangre, colectan y transportan todos los líquidos corporales, hogareños o industriales que el ser humano desecha". La síntesis corresponde a Roberto Frezzi, director de Redes Sanitarias de la Municipalidad, responsable del funcionamiento de todo el sistema. 

Hay, aproximadamente, 2800 km de cañerías (cuatro veces la distancia entre Córdoba y Buenos Aires) que colectan y transportan materia cloacal hacia la planta de Bajo Grande, donde debieran ser tratados para ser arrojados al Río Suquía. El sistema funciona por gravedad (o declive del terreno) y llega a colectar 10000 metros cúbicos por hora de pis, caca y otras yerbas. Son 10 millones de litros cada hora, o 240 millones de litros por día. 

Este es un caño aliviador. Están enterrados, en general, bajo la calzada, y reciben lo que llega de los colectores.
Este es un caño aliviador. Están enterrados, en general, bajo la calzada, y reciben lo que llega de los colectores.

Los caños van enterrados a un metro veinte y tienen distinta definición según diámetro y función. Los colectores, que pueden ir a la altura de las veredas, tienen hasta 20 centimetros de diámetro y recogen lo que arroja cada conexión domiciliaria. Los nexos y aliviadores suelen ir a más profundidad, bajo la calzada, y reciben lo que llega de los colectores. Tienen 30, 50, 70 y hasta 130 centímetros de diámetro en función de la cantidad de líquido que reciban dependiendo de la densidad poblacional de la zona en que se ubiquen. Es decir un caño chico deriva en otro mayor y después en otro de más de diámetro y así por kilómetros, hasta confluir en lo que se llama la Cloaca Mayor: un caño de 2 metros de diámetro ubicado a la altura de Bajo Grande. Cada 80 o 100 metros hay una tapa de inspección. Son las tradicionales de hierro que se pueden ver en las esquinas. Debajo de ella se ubican las cámaras de inspección que sirven de nexo entre cañerias de distinto material o diámetro y a la vez permiten acceder al sistema para su mantenimiento. Hay 35000 bocas de registro distribuidas en toda la red.

DISTINTAS ÉPOCAS, DISTINTOS CAÑOS

La red cloacal de Córdoba se fue haciendo durante los últimos 90 años y, cómo la ciudad, sin una planificación. Las primeras cañerías eran de barro cocido o incluso de hierro y fueron instaladas en el Centro y los barrios más antiguos como Alta Córdoba, Alberdi, San Vicente, General Paz y Nueva Córdoba.

“Nos han pasado cosas increíbles. Hay lugares en los que intervenimos por pérdidas grandes y nos encontramos con que no está el caño: se lo comió el paso del tiempo. Está el hueco por donde circula el líquido y algo de material de lo que era el caño”, cuenta Adrián Cena de la Constructora Aclade, una de las contratadas para el mantenimiento de la red. Durante los 60, 70 y 80 aparecieron los caños de hormigón. “Muchos de ellos ya están amortizados”, continúa Cena, “los propios gases de los líquidos los deterioran sobre todo en la parte superior y terminan colapsando”. Después vinieron los de PVC y actualmente se trabaja con un material que se llama PRFV; son caños más livianos, de mayor extensión (llegan hasta los 12 metros lo que disminuye los encastres que son sensibles de originar pérdidas) y garantizan mayor durabilidad.

Es tan extensa la red y tan diversa en materiales y tiempos de construcción que es imposible tener un diagnóstico preciso respecto de su estado. Concretamente no hay forma de saber qué caño está roto hasta que los líquidos que pierde aparecen en superficie. Como ocurrió en Villa Páez. “Hay veces que una intervención menor en una boca de registro nos alerta sobre el estado deficiente de un tramo y nos permite intervenir y reparar o cambiar el ducto antes de que estalle, pero no siempre pasa”, admite Roberto Frezzi. 

Parados sobre una bomba de caca: el sistema cloacal que corre por debajo de Córdoba (2/2)

Otro problema es la falta de documentación sistematizada que respalde las obras que se fueron haciendo, entre otras cosas porque el manejo del sistema fue cambiando de jurisdicción. “Hasta los ‘70 las cloacas estaban a cargo de Obras Sanitarias de la Nación, después pasó a la provincia a través de EPOS y recién en los 90 se hizo cargo la Municipalidad”, cuenta Juán José Tuninetti, actual Subsecretario de Infraestructura de la Muni. “Cada obra, cada tramo que se hizo, tiene sus mapas, planos, diagramas de cuadra, pero está todo en papel. Imaginate que cuando hay que hacer una intervención grande hay que buscar de manera casi artesanal la documentación que respalde la obra original para saber dónde estamos parados”. Tuninetti asegura que uno de los objetivos de la actual administración es digitalizar y sistematizar la “historia de las cloacas”.

LOS ENEMIGOS DE LAS CLOACAS

“Al inodoro sólo pis, caca y papel higiénico. A la pileta de la cocina, lo que se usa para lavar los platos. Y al lavadero, restos de agua y jabón. Eso es lo único que debe ir a la cloaca”, grafica Roberto Frezzi antes de detallar los malos hábitos ciudadanos que colaboran para que el sistema colapse.

“Uno de los problemas que tenemos, principalmente en invierno, es la grasa”, dice, “con el frío se solidifica y genera tapones que obligan a intervenir. Y a veces los equipos desobstructores alcanzan, otras tenemos que cavar. Y si el tapón está en un tramo viejo, el caño se rompe”, agrega. “Ni hablar de otras cosas que se tiran directamente en las bocas de registro: hemos encontrado desde colchones, escombros, pedazos de reja, lo que se te ocurra”, finaliza. “Lo que habría que entender es que tanto la conducción como el tratamiento están pensados para determinada calidad de líquidos”, agrega Adrián Cena y ejemplifica, “si una fábrica de baterías se conecta ilegal y arroja ácido, ni los caños ni la planta de Bajo Grande están pensadas para tratar eso,  por lo tanto deteriora la red y va al río tal como vino”.

Como el transporte de líquidos es por declive y no por presión, engancharse a la cloaca no es tan complicado. Hay miles de conexiones pluviales en el sistema: usuarios que para que no se le inunde el patio o que viven en zonas de terreno deprimido y quieren evitar que se les inunde la calle, o no tienen donde desagotar la piscina, mandan el agua de lluvia a la cloaca. “Te hago una cuenta para que se entienda”, describe Tuninetti, “el caudal a la cloaca que cada familia vierte por día debiera ser de más o menos 700 litros.

Un caño viejo  roto pierde agua.
Un caño viejo roto pierde agua.

 Si esa casa tiene el pluvial del techo conectado a la cloaca y llueven 30 milímetros, son 3000 litros que entran al sistema de golpe. Si eso se repite en el 0,5% de los usuarios, con cada lluvia se duplica el volumen total de recepción en un ratito”. Es la imágen común de los días de lluvia: aguas oscuras que levantan las tapas de hierro en las esquinas. “La gente dice ‘reventó la cloaca’, no es así; ocurre que el caño fue superado por el volumen y sale a la superficie por la cámara de inspección que es donde está abierto”, concluye.

Otro tipo de conexión ilegal es la de la cloaca al desagüe pluvial. Donde más a la vista está el caso es en la Cañada. Si uno observa en días sin lluvia, notará que de algunas de las bocas ubicadas en los muros del tradicional arroyo, mana liquido hacia el caudal. Esas bocas son desagües pluviales. Ese líquido no es agua de lluvia. “No debería existir pero existe. Particulares, comercios o inclusive industrias que lo hacen. Como todo va bajo tierra para detectarlo hay que hacer un seguimiento desde el vertido irregular hacia arriba “ dice Frezzia.

Parados sobre una bomba de caca: el sistema cloacal que corre por debajo de Córdoba (1/2)

¿CONECTAR MÁS O MEJORAR EL SISTEMA?

“¿De qué nos sirve sumar conexiones?...primero hay que manejar las que tenemos?” dice Juan José Tuninetti antes de relatar cuál es el objetivo que se plantea la actual administración. “Nosotros nos concentramos en los Aliviadores Cloacales. Son caños más grandes que reemplazan a otros o desvían cursos para aliviar el sistema en las zonas en las que está más cargado”, detalla. “Y en ese sentido aprovechamos los nexos que viene construyendo la provincia para quitarle presión al sistema. Además para ampliar el servicio necesitamos que esté funcionando la nueva planta de tratamiento en Bajo Grande porque sino sumaríamos contaminación al río”, concluye. Hoy se estima que sólo el 40% de lo que llega a la vieja planta se trata como indican los libros; el resto en el mejor de los casos se clora y va al río.

2800 kilómetros de caños de distinto material ensamblados a lo largo de 90 años, sin una planificación y mantenimiento continuo a lo largo de décadas que transportan, a 1,20 metros de la superficie, 240 millones de litros de aguas negras por día. La simplificación impresiona...y no huele bien.