Si al éxito del acuerdo del Gobierno nacional con los tres grupos de tenedores de bonos argentinos hay que ponerle un rostro, ése sería el del ministro de Economía Martín Guzmán.

Pero como muchas de las cosas que ocurren en nuestro país, esos éxitos son velozmente desplazados por nuevos desafíos, aunque en este caso habría que decir nuevos obstáculos.

No son pocos de los funcionarios del presidente Alberto Fernández que ponen en duda la llegada en el corto plazo de una vacuna que nos libere del coronavirus y aplaste la pandemia.

“Nosotros tenemos que prepararnos para convivir con la pandemia durante bastante tiempo, por lo que debemos elaborar un plan acorde a esta situación”, se sinceró un funcionario que conoce como la palma de su mano los pasillos de la cartera de Economía.

Otro vocero de la administración nacional razonó que, en cualquier caso, “la economía argentina debería repuntar seriamente en el primer trimestre del año que viene porque no hay que olvidarse que en octubre habrá elecciones legislativas nacionales y eso es clave para nosotros”.

Esa es la principal apuesta de Alberto Fernández que, tras escuchar a sus asesores, empuja para concretar un plan ambicioso de créditos a demanda, tipo Ahora 12, Ahora 18 u otros que puedan aparecer como alternativas. Todo esto para fomentar el consumo, especialmente de las castigadas capas medias de la sociedad.

Otra de las propuestas es, novedosamente si se quiere, apoyar al sector agropecuario y fomentar las exportaciones, especialmente las vinculadas a las industrias relacionadas con el campo.

No hay que dejar de lado tampoco una reforma fiscal en el corto/mediano plazo, aunque esto está plantado sobre una base frágil, teniendo en cuenta la abrupta caída en la recaudación, según lo manifiestan otros voceros vinculados a las autoridades económicas.

La nafta, siempre la nafta

Mientras tanto, Guzmán trata de administrar su crecimiento dentro del esquema de poder de la Casa Rosada. Ahora se enfila a negociar la refinanciación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero en esto no tiene prisa ya que la cuestión ingresará en la faz resolutiva dentro de aproximadamente un año.

El ministro de Economía tiene una ventaja: su excelente relación con la titular del FMI, Kristalina Giorgieva.

Antes deberá superarse un escollo kármico para la Argentina: la inflación. Aplacar a ese potro casi imposible de domar es central para el desarrollo del país post pandemia. Y ahora, según admiten los propios albertistas, se viene un nuevo problemilla que estaba agazapado: aumento de naftas y otros servicios, reconocieron funcionarios del entorno presidencial.

Al jefe del Estado le pidieron 10 por ciento de incremento en los combustibles, y desde YPF consideran que la suba debería establecerse en torno al 5 por ciento. Las fuentes reconocen que habrá incremento y que será a fin de mes, aunque indican que no hay definición sobre los porcentajes.

También subirán las tarifas de telefonía fija, internet y cable.

Las últimas son todas malas noticias para el bolsillo de la gente, Y para el Gobierno, que deberá armar una ingeniería de emergencia para desactivar éstas y las próximas amenazas que asecharán esta gestión.