Ocurrió un 8 de abril de 2001. Fue en el marco del superclásico que Boca Juniors, entonces dirigido por Carlos Bianchi, le ganó por goleada en La Bombonera a River Plate. El resultado fue 3 a 0 y uno de los goles surgió luego de un penal ejecutado por Juan Román Riquelme, que fue atajado por Franco Costanzo. El rebote lo tomó el mismo Riquelme que, de cabeza, mandó la pelota en la red.

El festejo de Román fue, en principio, evitar el contacto con sus compañeros, mientras se dirigía al centro del campo de juego, cerca del palco que pertenecía al presidente del club, Mauricio Macri, ausente en ese entonces por un pedido de licencia.

El gesto de Riquelme causó curiosidad, trascendió los tiempos y fue imitado por deportistas de distintas disciplinas. Parado en actitud desafiante, se llevó las manos atrás de las orejas. Luego del encuentro trascendió que había sido un reclamo a Macri y al resto de la comisión directiva por diferencias personales y económicas entre ambos. Riquelme, por entonces, gran figura del equipo xeneize, estaba viviendo sus últimos meses como jugador boquense, ya que poco después, en 2002, iba a ser transferido a Barcelona de España, en 13 millones de dólares.