Ricardo Zielinski asumió en Belgrano a finales de 2010 cuando el equipo marchaba en último lugar en la B Nacional. Fue una apuesta fuerte de Armando Pérez, en aquel entonces presidente de los Piratas. El nuevo director técnico era casi un desconocido para la comunidad celeste.

El silencio del "Ruso" se hizo trabajo y también éxito en poco tiempo. En junio de 2011 bajó a River Plate a la segunda categoría. Ese logro lejos estuvo de conformar a un plantel que pareció interpretar el pedido de esfuerzo y disciplina de su entrenador para alcanzar mejores objetivos.

La vida de Zielinski en Belgrano duró cinco años y medio. Se fue a finales de mayo de 2016 en el marco de una pobre campaña en la que cosechó nada más que 26 puntos, la mitad de los que había obtenido en sus mejores temporadas. Con una estructura sólida y confiable, Belgrano había accedido a dos segundos puestos en el campeonato argentino y a tres copas sudamericanas.

Tras la partida de Zielinski llegó Esteban González. La transición se hizo áspera tras la eliminación ante Curitiba en la Copa Sudamericana. La partida de "Teté" produjo la llegada de Leonardo Madelón y después las de Sebastián Méndez y Pablo Lavallén. En la gestión de éste, Belgrano realizó sus mejores producciones. En las otras, sólo hubo lamentos.

La temporada 2017/18 produjo 40 puntos y la que finalizará a principios de abril próximo podría correr el riesgo de terminar en el regreso a la indeseada segunda división. Patronato de Paraná, Racing de Avellaneda, Lanús y Godoy Cruz de Mendoza son los cuatro desafíos que afrontará para que eso no suceda.

Una suma de circunstancias negativas ha provocado este momento de incertidumbre en el club de barrio Alberdi. Su tratamiento se producirá de modo más tranquilo si el equipo se queda en la Superliga. Si eso no ocurre se observará el enojo y se sentirán las protestas en la esquina de Arturo Orgáz y Rioja.