En la práctica de fútbol reducido, Leo tiró a la cancha toda su magia, su esplendor: la Pulga se barrió de atrás para recuperar la pelota, inició el contraataque, salió a toda velocidad hacia el arco rival. Primero se asoció con Busquets, después con Jordi Alba y desparramó a Ter Stegen para convertir lo que fue un GOLAZO.