Lionel Messi ha hecho goles memorables. Como aquel al Getafe, en el que arrancó desde mitad de cancha y eludió a medio equipo hasta convertirlo con la pierna derecha. O el que le anotó a Bayern Munich, en la Champions League, cuando dejó tirado en el piso a Jerome Boateng en el triunfo catalán ante Bayern Munich, o uno más reciente, cuando picó la pelota para que rozara la parte inferior del travesaño y se introdujera en el arco, sorprendiendo al arquero del Betis.

Sin embargo, aun teniendo cientos de goles en su haber, de todo tipo y estética, Messi siempre adhiere a un gol que tuvo un efecto simbólico en su carrera. Fue el segundo tanto que Barcelona le anotó a Manchester United en el estadio Olímpico de Roma, en la final de la Champions League en 2009. El rosarino no hizo una gambeta, no desequilibró con su zurda; no, lo hizo de cabeza al recibir un pase perfecto de Xavi Hernández y con ese gol conquistaba por primera vez "La Orejona" como jugador titular, ya que la primera, conseguida ante Arsenal en 2006 en el estadio Parque de los Príncipes, no la pudo festejar en el campo de juego por estar lesionado.