Tenía 26 años y muchos de ellos los pasó en la pobreza. Viviendo en una casilla y después una casa del barrio Martín Fierro de la localidad bonaerense de Marcos Paz. Por eso el dolor por la muerte de Brian Toledo.

Fue mucho más que un atleta. Rescatado por sus lanzamientos de jabalina en los tradicionales Juegos Evita, durante varios años viajó en moto todos los días varios kilómetros junto a su entrenador, Gustavo Osorio, para llegar al Cenard.

Decía haber tenido una infancia “feliz”, pero que “a los 8 o 10 años me di cuenta que éramos pobres”. Sobre aquel momento, supo contar que encontró llorando una madrugada a su madre, y decidió ayudarla desde que le dijo que la angustiaba no saber “qué les iba a dar de comer” a él y su hermana: “Me lo tomé en serio y juntaba moneda por moneda cuando iba al colegio”.

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Posiblemente sea uno de los ejemplos más visibles de la importancia de que el Estado se involucre en el deporte. No es menor que Toledo haya sido parte de un spot de campaña de Cristina Fernández, la gestión que más valoró este tipo de actividades en los últimos tiempos.

Desde 2016, alternaba su residencia con Finlandia, donde se preparaba para los Juegos Olímpicos de Tokyo de este año. “Me entrena Guardiola”, supo decir Brian, refiriéndose al formador de atletas Kari Ihalainen, con quien trabajaba: “Tiene pedidos de todos lados y se quedó conmigo".

La historia de superación de Braian Toledo