Indagar en la historia reciente del fútbol argentino es involucrarse en un espiral de decisiones autodestructivas. Gerardo Martino lideró la transición luego de haber perdido la final de la Copa del Mundo en Brasil. Accedió a dos finales consecutivas de la Copa América que perdió en ambos casos frente a Chile en definición por penales. 

Luego de la Copa Centenario en los Estados Unidos, en el año 2016, presentó su renuncia indeclinable antes del comienzo de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. El torbellino de interpretaciones respecto de semejante determinación aún recorren los análisis en los medios y en las heterógeneas creencias populares. 

Después de 5 años, Gerardo Martino contó por primera vez los verdaderos motivos que lo empujaron a renunciar a la selección argentina. Negó enfáticamente que haya estado relacionada con los resultados en las finales continentales: “Había una situación que tenía que ver con el compromiso. Yo no puedo pretender que Juventus tenga compromiso para cederme a Dybala, Inter para darme a Icardi o Milan a Musacchio. Lo que sí espero es que River, Boca, San Lorenzo, Independiente o Racing tengan compromiso para darme a los futbolistas. Ese tipo de situaciones para armar algo tan importante y exigente como era un Juego Olímpico nada menos que en Brasil te van empujando a tomar una decisión. Cuando una situación empieza a rozar tu dignidad no hay mucho para hacer o por lo cual quedarse. A veces un paso para atrás bien dado o una renuncia en el momento justo probablemente tenga muchas repercusiones positivas a futuro en la carrera de un entrenador”, explicó Martino en una charla por Zoom con la escuela de entrenadores Nicolás Avellaneda.

El fútbol argentino en esa época estaba en la transición del post grondonismo, luego del 38 a 38, y con una intervencion directa del gobierno de Mauricio Macri con el ex presidente de Belgrano Armando Pérez a la cabeza. 

“Bielsa, Passarella, Pekerman o Sabella se fueron después de un Mundial, pero yo no llegué a dirigirlo. No hubo ningún motivo futbolístico que me haya llevado a tomar esa decisión. Los entrenadores no nos vamos por perder dos finales, todo lo contrario, sino que buscamos la forma de poder estar en una nueva final, cambiar el resultado del último partido y poder ganarlo. Llegar a las finales no es cuestión de todos los días, hay que hacer muchas cosas buenas. En dos años estos chicos jugaron 19 partidos entre el Mundial y las dos Copas Américas y no perdieron ninguno en los 90 minutos. Y cuando chocás con la situación de no haber logrado ningún campeonato, es difícil poder explicarlo. Lo único que a mí me preocupaba era poder continuar con una forma de conducción que había iniciado Alejandro”, finalizó el Tata.