David Nalbandian miraba desde un palco el clásico local entre Juan Ignacio Londero y Pedro Cachín en la cancha central del Córdoba Open.

En un descanso, un hombre canoso se da vuelta para saludarlo. Está vestido con ropa de la ATP.

Los dos charlan y se ríen como si hiciera tiempo que no vieran. La escena pasa desapercibida, pero hay una historia detrás.

El señor en cuestión es Tom Barnes, aquel supervisor que tomó la decisión de descalificar a Nalbandian por lastimar de manera accidental a un juez de línea durante la final de Queen's en 2012. Fue ese día un mal antecedente en la notable carrera del unquillense.