La Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) resolvió reiniciar la Copa Libertadores de América el 15 de setiembre próximo y movió el avispero en el fútbol argentino. Desde ese momento, todos los clubes pidieron que sus planteles regresen lo antes posible a los entrenamientos y que sus partidos se posterguen al menos una semana, teniendo en cuenta que en varios países la competencia ya es un hecho y en otros los jugadores ya están preparándose para volver a jugar oficialmente.

En ese sentido los equipos argentinos están en clara desventaja. Desmovilizados desde marzo pasado y sin fecha cierta de regreso a las prácticas, reclamaron en las últimas horas a las autoridades de la CONMEBOL, de la AFA y del gobierno nacional decisiones sobre el tema. La CONMEBOL, a través de su presidente, Alejandro Domínguez, anticipó que como única concesión, permitiría que todos los equipos argentinos jueguen el 17 de setiembre en lugar del 15, como ha sido establecido para el resto de los participantes.

En las últimas horas hubo una declaración que no ayudó a tranquilizar a dirigentes y a jugadores. El vicejefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Diego Santilli, dijo que las condiciones no están dadas para que empiecen los entrenamientos en julio, por lo que habrá que esperar hasta agosto, al menos en la jurisdicción en la que ejerce su cargo, y en el Área Metropolitana de Buenos Aires.

Esta realidad afecta particularmente a Boca Juniors, River Plate, Racing de Avellaneda, Tigre y Defensa y Justicia, los cinco equipos que representan a Argentina en la Copa Libertadores. Sus equipos, según las versiones, regresarán junto a todos los de primera división y los de la Primera Nacional. En cambio, deberán esperar los que pertenecen a la tercera y cuarta categoría del fútbol argentino.