La tristeza parecía no tener fin. La ilusión había sido demasiado grande, quizá llevada de la mano de Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, el hombre que podría haber reafirmado su condición levantando la Copa del Mundo.

Pero no fue así. En el estadio Maracaná, el 13 de julio de 2014, Alemania venció 1 a 0 al equipo dirigido por Alejandro Sabella en tiempo suplementario, a través de un gol convertido por Mario Gotze.

Pudo haber ganado Argentina que tuvo un par de situaciones para marcar, una de ellas un zurdazo de Messi que se fue muy cerca del arco de Manuel Neuer. Pudo haber anotado también Gonzalo Higuaín, pero tiró afuera un derechazo que parecía prometedor.

Lo cierto es que la paridad se mantuvo en el tiempo reglamentario y sólo fue quebrada en los 30 minutos suplementarios cuando apareció el volante germano Mario Gotze para establecer la mínima diferencia.

Ya nadie se acordó de la evolución de Argentina del torneo, sufrida al comienzo en el que Messi tuvo mucha participación, con goles incluidos, y en los también complicados encuentros en las fases siguientes, en las que ganó por la mínima diferencia o en definición por penales.

Lo de Alemania fue más contundente, siendo la goleada por 7 a 1 a Brasil en la semifinal, la muestra más elocuente de su poderío. En la misma instancia, Argentina había superado a Holanda desde los 12 pasos.

Al margen de alguna protesta por un supuesto penal de Neuer a Higuaín, y sin haberse producido una diferencia notable en el juego a favor de Alemania, no se puede discutir la justicia de su logro, que le permitió a Alemania ser considerado un digno ganador del mundial brasileño.