La primera muerte de Miguel Ángel Molina, Camerún, el hincha número uno de Unión San Vicente, fue el sábado 3 de marzo de 2018. Jugaban de visitante contra Sportivo Huerta Grande, no eran más de 30 hinchas naranjas y Camerún no estaba. De repente alguien, uno histórico de la barra, corrió la bola. “Che, murió Camerún”. Al rato, el club lo despidió con un comunicado en su página web. 

Camerún leyó la noticia sentado en la mesa de su casa de barrio Sarmiento, junto a su hija Sabrina, y solo le salió reírse. “Que avisen donde me van a velar así me llevo flores”, dijo. Después de esa gambeta a la muerte Camerún siguió yendo a la cancha, hasta que la pandemia por Coronavirus se lo impidió. 

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El sábado a la madrugada, finalmente, Camerún murió en el Sanatorio Parque del barrio San Vicente. Tenía 81 años. Hace poco había logrado sobrevivir a un Accidente Cerebro Vascular (ACV).  Dice Sabrina que todo este tiempo estuvo preguntando por “los chicos”, como él le llamaba a “la naranja”, su hinchada. 

En la cuenta oficial de Instagram del club, se lee: “Hoy llora un bombo solo en la tribuna, en un año pálido, sin virtudes. Un retumbo de compases se va hacia el aire como buscando tus brazos de laburante que los empalme con los gritos de la tribuna. Una reliquia tu presencia, siempre estoica”. 

Para todos, Camerún era el hombre del bombo. “El primer recuerdo que tengo es ese tipo en cuero, pegándole al bombo, corriendo de lado a lado en la tribuna”, dice Diego Barrionuevo, fanático de USV. 

Réquiem para un hincha: murió Camerún, el hombre del bombo de Unión San Vicente

Camerún fue fisicoculturista y albañil. Aún en invierno y con su cuerpo entrado en años, llegaba a la cancha sin camiseta. En la década del sesenta ya se hacía notar en la barra de Lavalle, el club que, en 1980, se fusionó con Palermo para crear Unión San Vicente.  Recién creado, participó de los Nacionales de 1982, 1983 y 1984. Incluso aportó a dos jugadores a la selección argentina que jugó en los Panamericanos de Caracas (Mario Bernio y “la Liebre” Jorge Ceballos). Camerún no se perdió ninguno de esos partidos. 

Cuenta la leyenda que, en una fecha contra Belgrano, en 1983, cuando la hinchada de San Vicente entró al Gigante, desde una tribuna voló una naranja. Camerún soltó el bombo y trepó al alambrado para pedir respeto. “Hasta 2019, cuando viajábamos de visitante, los adversarios le daban un bombo para que él tocara. Era estoico”, dice Diego. 

Dice Sabrina que también fue así como padre. “Me crio solo, porque mamá murió cuando tenía siete años. Él no sabía muchas cosas, pero sí sabía darme amor”, dice. Fue albañil hasta sus últimos meses. Trabajaba a diario y los sábados cortaba a las once de la mañana. Después agarraba su gorra, la camiseta naranja que el club le regaló cuando lo declaró “hincha número uno” y salía a la cancha. A veces con su nieto. 

En septiembre de 2020, Unión San Vicente perdió a otro histórico de sus tribunas: Luchín Parodi, el mismo que en marzo de 2018 entró a la cancha de Huerta Grande anunciando la falsa muerte de Camerún.