River venció 2-0 a Aldosivi en el estadio Monumental con goles de Julián Álvarez y Enzo Pérez. El conjunto marplatense se quedó con un jugador menos por la expulsión de Fabricio Coloccini, en una jugada que terminó con un penal para el equipo millonario, que José Devecchi le contuvo a Álvarez. Los dirigidos por Marcelo Gallardo fueron mucho más profundos y ofensivos que sus rivales y el resultado final terminó siendo exiguo.

Una gran jugada colectiva, que tuvo dos buenas intervenciones de Braian Romero, le permitió a River ponerse en ventaja. Terminó con un remate cruzado de Julián Álvarez, quien aprovechó el engaño de Álex Vigo por la banda derecha y sacó un disparo desde la puerta del área grande inatajable para José Devecchi. 

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River era más y lo reflejaba en el marcador. Tanto, que la presión alta de Enzo Pérez casi le da el segundo gol del partido al conjunto millonario. La pelota le quedó a Álvarez, quien encaró en velocidad y terminó mano a mano con Devecchi. El arquero, formado en San Lorenzo, le adivinó la intención y evitó la segunda conquista del equipo local.

A la media hora de juego, el panorama se puso aún más complicado para los marplatenses. Otra vez, la presión alta de River dio resultado. Julián Álvarez, figura, volvió a quedar con el arco a disposición. Le cedió el gol a Matías Suárez, quien definió y Fabricio Coloccini despejó con el codo. Penal y roja. El propio Álvarez remató, pero Devecchi adivinó la intención de delantero millonario y se quedó con la pelota sin dar rebote. 

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En el segundo tiempo, River comenzó a sentenciar el partido. Fiel a su costumbre, antes de convertir dilapidó un par de ocasiones clarísimas, como una de Matías Suárez cuyo remate cruzado se fue lejos del arco. Pero en un contragolpe comenzado por Zuculini y comandado por el propio Suárez, Enzo Pérez encontró el gol de palomita tras el centro de Milton Casco. 

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Así, River comenzó a liquidar la historia. El equipo marplatense hacía rato que había dejado de atacar y prácticamente no pasaba la mitad de la cancha. Una de las preocupaciones de Fernando Gago, su entrenador, era evitar que River lo lastimara con los laterales, que funcionaron como en sus mejores épocas (sobre todo, Vigo). El hombre de menos también conspiró contra las chances de los visitantes, que apretaron las clavijas sobre el final del encuentro buscando un gol. No lo encontraron. El resultado estaba resuelto desde mucho antes.