Astor Piazzolla le había puesto música a poemas de Jorge Luis Borges. Pero pese a su respetuoso silencio, se advertía que no estaba conforme. Entonces apareció en su vida el poeta uruguayo Horacio Ferrer. Y los dos, muy piantados y también geniales, se unieron para crear algunas de las más hermosas obras del nuevo tango. Hicieron María de Buenos Aires, que era una “operita” -así la llamaban- y varias canciones, entre ellas Balada para un loco y Chiquilín de Bachín.

Empezaron en 1968 por María de Buenos Aires, sin saber -o sabiendo- que la obra se haría célebre y terminaría daría la vuelta al mundo durante años y años. En muchas giras por el exterior, Julia Zenko y Jairo fueron las voces de la puesta.

Después se animaron a hacer piezas breves.

Primero compusieron Chiquilín de Bachín. El valsecito hablaba como nadie lo había hecho antes, de un pequeño que se ganaba la vida vendieron rosas en las mesas de un viejo bodegón -que ya no existe- en Sarmiento casi Montevideo, en el centro de Buenos Aires, cerca de la zona de los teatros que por entonces hacía que la avenida Corrientes nunca durmiera.

Ferrer usaba palabras de siempre y también nuevas: Por las noches, carasucia de angelito con blue jeans, vende rosas por las mesas del boliche de Bachín.

Después les llegó la consagración popular cuando dieron a conocer Balada para un loco, una canción con aires de vals urbano, que contaba de un alienado que flotaba, como un ángel de colores, por sobre las calles de esa ciudad que muchos años después se conocería como la de la furia.

Todo empezó cuando a Ferrer se le ocurrió la frase Ya sé que estoy piantao...

En ese tiempo, Piazzolla estaba en pareja con la cantante Amelita Baltar, que cantaba folklore. Y con su presencia, se armó un trío creativo sin par. Piazzolla, Ferrer y Amelita Baltar.

Ferrer, Piazzolla y Amelita Baltar. Foto: redes

La canción concursó en el Primer Festival Iberoamericano de la Danza y la Canción que se realizó en el Luna Park en la primera mitad de octubre del 69, con un jurado de alto nivel internacional que integraban entre otros Vinicius de Moraes y Chabuca Granda, y que fue segunda porque sonaba… demasiado rupturista.

Ganó un tango tradicional, El último tren, cantado por Jorge Sobral, que hoy nadie o casi nadie recuerda.

El puesto siguiente, despertando adhesiones y también algunas rechiflas por parte de los tradicionalistas, fue para el tema de Piazzolla y Ferrer, cantado por Amelita, que hoy, tantos años después, sigue siendo un clásico.

EL ESTRENO DE BALADA PARA UN LOCO EN EL LUNA PARK - AMELITA BALTAR - 16-11-1969

Piazzolla, que era tan genial con el bandoneón como para los negocios relacionados con su música, se había ocupado de no firmar como artista exclusivo para un sello y por lo tanto pudo hacer ¡dos versiones! de la balada.

Una femenina para la discográfica RCA Victor y otra masculina para la gran rival del otro sello, la CBS Columbia.

Y todos felices. Sobre todo Piazzolla y Ferrer, que así duplicaron sus ganancias.

La versión femenina la cantó Amelita Baltar. La masculina, Roberto Goyeneche.

Balada para un Loco - Tango - Roberto Goyeneche

El mismo tema apareció casi simultáneamente en dos discos simples. Y vendió miles y miles. Qué campeones.

Piazzolla, Baltar y Ferrer. Y el disco del suceso. Foto: redes

En rigor, Piazzolla y Ferrer escribieron más que esos dos temas. Hicieron unos 40, varios de ellos antológicos, como los ya mencionados y La bicicleta blanca, Fábula para Gardel, Canción de las venusinas y Juanito Laguna ayuda a su madre.

Varias de esas obras fueron grabadas a dúo por el músico y el poeta en un disco, Astor Piazzolla y Horacio Ferrer en persona, que apareció en abril de 1970.

El disco del músico y el poeta. Foto: redes