En 1973 se vivieron historias muy fuertes en Latinoamérica: en la Argentina ganó el peronismo las elecciones y Juan Domingo Perón finalmente pudo volver al país, luego de un exilio forzado en España; unos meses después, en setiembre, en Chile, Pinochet y los otros conductores de las Fuerzas Armadas, con el apoyo explícito de los Estados Unidos, dieron el Golpe que derrocó el gobierno constitucional de Salvador Allende, que terminó con la muerte del presidente en la Casa de La Moneda; y en Uruguay, un tiempo antes de aquello, en junio, el presidente Bordaberry cedió a las presiones militares y les entregó a los uniformados la conducción del gobierno, luego de disolver el Congreso. En ese tiempo de duros conflictos, el cantautor Daniel Viglietti había estado preso por sus actividades políticas cercanas a la izquierda y al proscripto grupo guerrillero Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. El Golpe en Uruguay finalmente hizo que tuvieran que exiliarse Alfredo Zitarrosa y Viglietti, entre muchos otros uruguayos, algunos grandes artistas de ese tiempo, pero antes de marcharse, Viglietti llegó a publicar el álbum Trópicos, cuya estatura artística alcanzaría niveles notables, aún hoy importantes aunque hayan pasado 50 años.

El disco dura solo 32 minutos y medio, y tiene 10 canciones, cinco por lado. Pero ese contenido parece hoy un decálogo del artista comprometido con su realidad, con su tiempo y con su gente. Incluye tres temas (Dios le pague, Acalanto y Construcción) del brasileño Chico Buarque, jovencito -no había llegado a los 30- y exitoso, que había estado exiliado en Roma, tres del cubano aun inédito Silvio Rodríguez (Canción del elegido, Existen y Un hombre se levanta (Antesala de un tupamaro, según su segundo nombre, no siempre citado), otro del también cubano Pablo Milanés (Pobre del cantor), una de Noel Nicola (Comienzo el día), ¡también de Cuba!, uno brasileño (Upa negrito) que firmaron el italiano (finalmente asimilado por Brasil) Gianfrancesco Sigfrido Benedetto Guarneri y Edu Lobo, y finalmente un poema de Bertold Brecht, convertido en canción por Guarneri y Augusto Boal, con música de Edu Lobo (Yo vivo en un tiempo de guerra), seguramente a propósito de que en 1972 se había hablado, en los primeros estamentos políticos del gobierno uruguayo, de que el país estaba “técnicamente en guerra”. Este disco de Viglietti no fue muy cubano, y por lo tanto comunista, y por lo tanto políticamente arriesgado, solo por haber incluido canciones escritas por jóvenes cancionistas de ese origen, sino también porque casi todo el disco fue grabado con al aporte del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC cubano que dirigía Leo Brouwer.

Daniel Viglietti - Construcción Chico Buarque - Vinilo original

Una de sus canciones, Comienzo el día, decía:

Es tan temprano, y tú ya me despiertas, no me dejes dormir, algo sucede. A ojos cerrados busco la ventana para mirarte a tí mientras los abro. Te digo que estás bella como nunca, así, sin arreglarte aún el pelo, rodamos en un beso cama abajo y siendo que estás viva de milagro. Comienzo el día, así como si nada, apretado a tus pechos, pidiéndote café y amor. Comienzo el día, aún alucinado, los ruidos suenan lejos a esta hora turbia. Afuera la gente hace lo suyo por vivir, afuera la gente quiere averiguar, afuera la gente habla del amor, afuera me están llamando.

Luego: 

Comienzo el día y antes de que me hables, ya te he hecho mil promesas que no voy a cumplir. Comienzo el día y al mirar hacia afuera me entra como un mareo y tengo que sentarme. Afuera la vida apenas comenzó, afuera todo tiene que cambiar, afuera los lobos son lobos aún., afuera hay que salir armado.

Y concluye:

Quiero darle mi día a los que sueñan, a los que hacen el pan de madrugada, a los que ponen piedra sobre piedra, a los que te mantienen tan despierta. Comienzo el día, aseguro las llaves, registro mis bolsillos en busca de monedas. Comienzo el día y aún detrás de la puerta, te pido un beso fuerte para salir al sol. Afuera comentan la televisión, afuera el sindicato discute una ley, afuera la patria está por reventar, afuera me están llamando. Y voy.

En 1973, Silvio Rodríguez, el autor de esta canción, todavía no había grabado su primer disco. Había estado en el Chile socialista de Salvador Allende, sí, pero todavía no había entrado a registrar Días y flores, su debut.

En la edición original del vinilo, Viglietti incluyó el siguiente texto: 

Creador y testigo de cada día, el sol. Cruzando los trópicos, dejando su señal en el clima, la vegetación, la gente, la cultura. Ayer iluminando a José Martí, hoy a las guitarras de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola, de la nueva trova cubana. Sol de Ganga Zumba, negro libertario del pasado brasileño, hoy alumbrando las voces populares de Chico Buarque y Edu Lobo. Sol que nos une, como si la búsqueda de la libertad no fuera comunicación suficiente. Sol que toca las heridas, las risas, la mano que acaricia y la mano que golpea, la pobreza que lucha y la riqueza que oprime. Cruzando los trópicos, las nubes, los árboles, nada lo detiene. Ni la noche, por cerrada, por larga que sea. El sol en nuestros ojos, nuestros ojos en la luz, siempre buscando la claridad.

También en la edición original, el sobre interno incluía lo siguiente: 

Mi profundo agradecimiento al Grupo de Experimentación Sonora, al maestro Leo Brouwer, a los cantantes Sara González y Pablo Milanés, a Glauber Rocha que, junto a otros amigos brasileños, orientó mi tarea de traductor, y a todos los compañeros que me ayudaron a vivir la alegría del trabajo comunitario.

Seguramente porque trabajó tan bien la traducción del portugués al español de sus canciones, en este Trópicos del 73, Chico Buarque eligió a Viglietti para que sea su parceiro idiomático en el comienzo de los 80, cuando hizo su álbum con canciones llevadas al español. 

El flaco que tenía el pelo largo a fines de los 60 y que por entonces tanto se parecía fisonómicamente a César Luis Menotti, había nacido en julio del 39 en Montevideo y murió en esa misma ciudad en el fin de octubre de 2017, cuando tenía solo 78 años. Alcanzó a vivir toda la presidencia de su viejo compañero de lucha, el ex guerrillero José Pepe Mujica, quien dijo, horas después de que muriera, que Viglietti en su vida, guitarra en mano, había sembrado “semillitas de utopía”. 

Daniel Viglietti: 50 años de Trópicos