He contado muchas veces ya que a mediados de los 80, vaya época de especial fertilidad creativa en el país, tuve una muy fuerte relación con Luis Alberto Spinetta.

Buena parte de lo que hablamos en los muchos encuentros que tuvimos, no quedó documentado. Pero algunas otras cosas sí.

Esta nota rescata hoy un momento de la entrevista, pequeño dentro de la densidad de lo que es todo el encuentro.

Debo decir hoy que era un juego de espadeo de inteligencia hablar con Luis.

Se le podía hablar de los grandes creadores de todos los tiempos, no solo en la música, acaso porque él también lo era.

Y se podía aventurar qué sería de nosotros en el futuro. A él le gustaba jugar juegos arriesgados.

Entonces era un entrevistado buenísimo.

Aquí, el rescate de un pequeño fragmento de una entrevista que hice con él a poco de promediar los años 80.

De aquel tiempo, más o menos, es la foto que sacó la gran Andy Cherniavsky -cuando corresponda, debería ser siempre nombrado, al igual que todos los identificados, el autor de la toma- en la que Luis saluda entusiasmado en la mesa cabecera de un almuerzo en el festival de La Falda que comparte con Charly García, Fito Páez, Andrés Calamaro y León Gieco.

El que está ahí, sobre la derecha, al lado de León, soy yo.

Me siento como un colado que se metió en la foto que podría haber sido una reunión cumbre del rock argentino, algo así como quien aparece de casualidad en el cuadro de La última cena de Leonardo Da Vinci.

Luis Alberto Spinetta en La Falda 1986. Foto: Andy Cherniavsky. Archivo Víctor Pintos

 

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