Quiero tanto a los Paralamas.

Más allá del afecto, y de que siempre fueron muy amables conmigo, de músicos a periodista, sigo pensando que son uno de los grupos más impactantes que dio Latinoamérica en los 80 y que hoy siguen en pie. Desactivado Soda Stereo, digo que los nombres más fuertes son Paralamas en Brasil y Café Tacvba en México. ¿Los Fabulosos Cadillacs, La Maldita Vecindad, Cazuza, Andrés Calamaro? Sí, sí, ellos sí, pero primeros estos otros dos. Eso creo.

En 1991, cuando el primer furor brasileño por la banda parecía decaer en su país, por el bajón general de la onda new wave, los Paralamas -así los llamamos acá- grabaron un disco en español con sucesos suyos. Y empezaron a viajar seguido a Buenos Aires. Ahí los conocí personalmente.

Un tiempo después, en 1995, publicaron un gran disco en vivo, Vamo Baté Lata, que incluía un bonus tracks, en un segundo CD, con algunas canciones en estudio.

Os Paralamas. Foto: Archivo EMI Odeón Argentina
Os Paralamas. Foto: Archivo EMI Odeón Argentina

Una de las canciones del CD2 fue un exitazo, Uma brasileira, para la que habían convocado a Djavan. 

Otra pasó bastante desapercibida aquí. Era 300 picaretas, un rap que hacía referencia a una situación interna de Brasil que había sido muy comentada allí. Resulta que una comisión parlamentaria dictaminó que un grupo de congresistas brasileños había estado involucrado en fraudes diversos. Ese hecho se conoció como “el caso de los enanos del presupuesto” (allá, anões do orçamento), porque involucraba a figuras menores del Congreso, y fue denunciado por un dirigente sindical a quien se conocía como Lula. Sí, el mismo Lula que luego sería tres veces presidente del país (actualmente lo es). Los Paralamas hicieron una canción sobre el tema, llamándola 300 picaretas, en una cita textual a las palabras que había utilizado Lula.

“Picaretas”, según me explicó después acá Herbert Vianna, es algo como “noquis” y más aún: es algo así como “inservible”. En argentino se diría “pelotudo”. En chileno, “huevón”.

La canción decía en un momento “mamá, cuando crezca, quiero ser un enano”, justamente porque allá, en Brasil, se entendía todo rápidamente. Aquí no.

Esto hizo que al grupo lo censurara el gobierno de allá. Obvio.

Y en esas horas, en una de las habituales venidas del grupo a la Argentina, entrevisté a los tres músicos.

Y con esa charla, hice un informe sobre el grupo en el programa de televisión que hacía en ese momento, Música urbana, en el que pasé la canción, con una traducción al español sólo entusiasta.

Aquí lo rescato (lo de los Paralamas dura media hora, lo aviso):

Paralamas en Música urbana

En ese tiempo nos vimos mucho y muy seguido.

Recuerdo una vez que los pasé a buscar por el hotel donde se alojaban para que pudiereran hacerse presentes en una convocatoria popular de los periodistas de Buenos Aires en contra de la censura que quería instaurar el gobierno de Menem. Esa vez tuvieron una alegría triple, porque además de sumarse a algo que consideraban justo, conocieron en persona a Hebe de Bonafini de Madres de Plaza de Mayo y a Diego Maradona.

Qué campeones. Los Paralamas siempre me dijeron Maradona, seguramente porque veían un cierto parecido físico que yo tenía con Diego. Recuerdo otra vez que nos vimos en San Pablo. En pleno concierto, Herbert le dijo a Bi: -Mirá quién está ahí, ¡Maradona!

Recuerdo también cuando le regalé a Herbert una camiseta de Boca -era el equipo de Bilardo, con Maradona y Caniggia-, y él, sabiendo que se iba a ganar una rechifla de una parte de la concurrencia, se la puso para el show en el Gran Rex.

Esto, obvio, más allá de las veces que nos juntamos para una entrevista.

Herbert Vianna. Foto: Archivo Música urbana
Herbert Vianna. Foto: Archivo Música urbana

En el verano del 2001 fue la tragedia.

El avión que comandaba Herbert sobre la playa en Rio de Janeiro se desplomó -en el accidente falleció su compañera, Lucy- y él sufrió serios daños en su cuerpo que lo pusieron al borde de la muerte.

Sobrevivió, si bien nunca volvió a caminar.

Y un tiempo después, nos reencontramos.

Sus compañeros de grupo celebraron mi presencia pero me advirtieron: -No te desalientes si no te reconoce.

Pero Herbert me devolvió la sonrisa, cuando al verme, me dijo: -Ehhh, Maradona…!

Herbert Vianna. Foto: Archivo EMI Odeón Argentina
Herbert Vianna. Foto: Archivo EMI Odeón Argentina
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