El hecho de que Córdoba sea un polo automotriz es, en la actualidad, un amplio botón de muestra del proceso de deterioro que la industria sufrió durante la gestión de Mauricio Macri. Fábricas trabajando un puñado de días al mes y la multiplicación de suspensiones fueron el contexto de los últimos cuatro años.

Por eso los dramáticos datos brindados por la Asociación de Fabricantes de Automóviles (Adefa) en el país no sorprendieron del todo. Pero los apenas 103.282 vehículos 0 kilómetro producidos en el país sólo tienen comparación con el año 2003; desde esa época que el número no era tan escaso.

No en vano con rapidez el flamante gobierno nacional le apuntó a un Plan Estratégico camino a 2030, con la base en la inyección local, más la profundización del control de cambios y la carga impositiva impuesta sobre los autos de alta gama.

Un poco menos de 315.000 fueron los comercializados en 2019. El resto (269.192), fueron importados.

El número tiene un doble sentido: por un lado, se trata de casi el 70% del total, apuntalando la crisis nacional. Pero a su vez, los vehículos nuevos provenientes del exterior tuvieron su peor pico de caída en los 16 últimos años.