Miles de trabajadores en Europa temen por sus empleos luego de que Deutsche Bank anunciase que planea despedir a 18,000 empleados en todo el mundo en el último intento de revitalizar su reputación y su negocio.

Los despidos, equivalentes al 20% de la fuerza laboral del banco, se produjeron después de que el director ejecutivo Christian Sewing señaló una amplia reestructuración en mayo, cuando prometió a los accionistas "recortes duros" al banco de inversión y que continuaría con otros 1.000 millones de euros en cortes este año.

La promesa se produjo después de movimientos similares en 2018 que llevaron a la pérdida de 6,000 empleos, y al no acordar una fusión con el rival Commerzbank.

Deutsche Bank, que recientemente ha sido objeto de escrutinio sobre su relación comercial con Donald Trump, no reveló cuántos empleados quedarán sin trabajo en cada filial en esta última ronda de despidos. Se espera que las cifras sean significativas en Europa, especialmente en Londres, donde el banco está en proceso de construir una nueva sede, siendo una de las bases más grandes del prestamista, con alrededor de 8,000 empleados.

Sewing, quien ha estado en el puesto por más de un año, dijo: "Estamos abordando lo que es necesario para liberar todo nuestro potencial... Estamos construyendo sobre nuestras fortalezas. Esto es un reinicio para Deutsche Bank ".

Paul Achleitner, presidente de la junta supervisora de Deutsche, dijo: "Deutsche Bank ha pasado por un período difícil durante la última década, pero con esta nueva estrategia implementada, ahora tenemos todas las razones para mirar hacia adelante con confianza y optimismo".

Deutsche Bank ha sufrido múltiples golpes a su reputación durante el año pasado, al haber sufrido una baja en sus calificaciones de grado de inversión y sus oficinas han sido allanadas por la policía alemana en noviembre como parte de una investigación de lavado de dinero vinculada a las revelaciones de los Papeles de Panamá.

Luego de la redada, el banco dijo que no tenía "ninguna evidencia concreta que apoyara las acusaciones contra nosotros o contra cualquiera de nuestros empleados".

El banco también pagó miles de millones en multas y acuerdos relacionados con el comportamiento antes y después de la crisis financiera mundial, incluido un acuerdo de $ 7.2 mil millones en 2017 con el Departamento de Justicia de los EE. UU. sobre la venta de bonos basados en hipotecas a personas con crédito no confiable.

Como prestamista de Trump, a pesar de una serie de quiebras y incumplimientos corporativos que comenzaron a principios de la década de 1990, dos comités del Congreso solicitaron citaciones al Deutsche Bank para requerir información en las investigaciones contra el presidente de Estados Unidos. Trump demandó a Deutsche Bank que no respondiese a las citaciones develando información que consideraba confidencial, pero un juez falló en mayo contra el presidente.

El último plan para relanzar el banco implica el cierre de su división de ventas y comercialización de acciones. La mayoría del personal empleado en esa división tiene su sede en Londres, Nueva York y Hong Kong.

Deutsche Bank dijo que también "redimensionaría" sus operaciones de renta fija, que involucran principalmente a bonos gubernamentales y corporativos, y crearía un banco secundario en el cual colocar y descargar sus activos no deseados.

Para hacer los recortes, el prestamista espera un costo superior a los 8 mil millones de dólares para finales de 2022, que incluirán unos 4 mil millones de dólares en el segundo trimestre de 2019.

El banco con sede en Frankfurt espera una pérdida neta de 2.800 millones de euros en el segundo trimestre como resultado de los cargos de reestructuración.

Entre tanto, los analistas del mundo financiero se preguntan si está crisis puede tener repercusiones sobre la banca del resto de los países europeos. Así lo graficaba el analista Jesse Cohen, con algo de humor negro