Que la eliminación del Barcelona en semifinales de Champions League fue sorpresiva, no caben dudas.

El Liverpool hizo posible lo imposible, al darle vuelta una serie que había arrancado perdiendo 3-0 en España, afrontando la revancha sin Salah y Firmino, sus máximos goleadores.

Pero la frutilla del postre fue el último gol del 4-0 de este martes. La serie estaba empatada y los ingleses la torcieron a la salida de un córner.

Fue el lateral derecho, Alexander-Arnold, que lleva la camiseta 66 en la espalda, quien percibió la gran desconcentración del Barcelona, y resolvió tirar el centro bajo para que el belga Origi, suplente en casi toda la temporada en su equipo, convierta su segundo gol personal, y haga historia en el torneo de clubes más importante de Europa.