Son las tres de la madrugada. Hace 30 grados. Isabel no puede dormir. Desde hace tres días. Detrás de su casa, en medio del barrio Güemes, hay una peña con el volumen al máximo. 

Las luces del escenario se filtran por su ventana. Desde su cama, ella mira el subir y bajar de las personas que van a la terraza de la peña. La gente que sube y baja también puede verla en la intimidad de su hogar.

La música retumba en su habitación. El vidrio vibra al ritmo de una chacarera interminable. Isabel cierra las ventanas, las cortinas y la persiana. El calor la ahoga, es pleno verano. La música se sigue escuchando.

Isabel cierra la puerta de su habitación. Va al living y se pone tapones en los oídos. Es inútil. La chacarera sigue sonando y seguirá sonando. De miércoles a domingos. Desde la medianoche hasta que sale el sol.

Mi lugar en el mundo

Isabel no es un personaje de ficción. Es vecina de barrio Güemes y al igual que muchos vecinos de la zona, sufre de la constante contaminación sonora. Su testimonio es representativo para vecinos de otros barrios como Nueva Córdoba, Centro o General Paz.

Es diseñadora y vive en una casa en el corazón del barrio, con dos patios que ella llenó de plantas y árboles y un taller donde trabaja. “Es mi lugar en el mundo”, dice. 

“Estoy viviendo en barrio Güemes hace ocho años más o menos. A nivel gastronómico y comercial fue creciendo mucho”, cuenta a cba24n. Aunque Güemes es un gran polo gastronómico desde hace años, los problemas para Isabel comenzaron cuando instalaron, tras la pandemia, detrás de su casa el local Club de Previas.

“Esta gente empezó con estas refacciones y las hacían de noche, de día, de tarde. Al horario que fuera. Después que inauguraron, la situación fue cada vez más abusiva”, comenta. Y agrega: “Hacían peñas y karaoke los miércoles, los viernes y los domingos. El nivel de la música ha sido brutal. Y he tenido muchísimos inconvenientes de todo tipo”.

El sonido de la música por la noche y de obras en construcción por el día hizo insoportable la vida para Isabel. De vivir en un lugar agradable, pasó a estar en una pesadilla que le provocaba ansiedad y cansancio perpetuo.

“Hay muchísima gente de Güemes, Nueva Córdoba y de Alta Córdoba que se quejan de lo mismo. Y siento eso: ¿Hasta cuándo voy a poder descansar?, ¿Cuándo voy a poder dormir? ¿Cuándo voy a poder no estar con la angustia de que llega la noche y no sé qué va a pasar?”, pensó.

RUIDO - ¿Cómo suena Córdoba? - un podcast para conocer la problemática de la contaminación sonora en la ciudad.

El laberinto kafkiano para denunciar ruidos molestos

“Si se hicieran cumplir todo lo que se ha legislado en Córdoba sobre ruidos molestos, espectáculos públicos y habilitación municipal, estos lugares no tendrían que originar estos problemas con los vecinos”, reflexiona Isabel.

La vecina de barrio Güemes tuvo que convertirse en una “experta” en la materia para lograr que el local que está detrás de su casa redujera el nivel de ruido. Realizó interminables visitas a dependencias municipales, llamados a la abogada y la Policía y lectura de todas las leyes y reglamentos vigentes.

La Dirección de Espectáculos Públicos de la Municipalidad de Córdoba es la entidad que otorga las habilitaciones para este tipo de actividades. La habilitación define el aforo, las actividades permitidas y verifica que las condiciones edilicias sean óptimas.

El Código de Espectáculos Públicos (ordenanza 11684) establece que los locales deben “adecuar sus instalaciones a fin de que las luces, sonidos o ruidos propios de la actividad que desarrolle, no trasciendan al ámbito vecino, ni sean susceptibles de producir molestias o daños en la salud de las personas”.

Por otro lado, la ordenanza 12208 regula y controla la emisión de ruidos y vibraciones en la ciudad de Córdoba. La normativa fija límites de ruidos en diferentes ámbitos de percepción (hospitales, residenciales, mixtos e industriales).

Los responsables en aplicar la ordenanza son varios dependiendo de la fuente de ruido: la Secretaría de Transporte y Tránsito se ocupa del ruido provocado en vehículos; Dirección de Espectáculos Públicos de actividades deportivas y culturales y la Dirección de Habilitación de Negocios de actividades industriales, comerciales, de servicios y de la construcción.

Para casos ambiguos, la Secretaría de Ambiente se encargará de definir la autoridad de aplicación. Esto es importante de remarcar, ya que el ruido molesto pasa a ser un problema de contaminación sonora y medioambiental.

En un principio, Isabel intentó arreglar el problema con los dueños del local pero no fue escuchada. Además del ruido nocturno, Isabel sufre de ruido durante el día por obras de construcción y arreglos.

“Me quejé, contacté a una abogada para que hablara porque me parecía abusivo todo lo que hacían. A modo de medianera colocaron unas chapones muy grandes  dice y explica que el problema siguió : “De todos modos la gente subía las escaleras y el chapón le debía dar a la altura del pecho. Uno de esos chapones se cayó para mi casa y ahí fue que fui a hacer una denuncia a la policía, a la Unidad Judicial 5”.

Podés leer: los efectos en la salud física y mental de la contaminación sonora

Mediante presentación judicial, el local accedió a levantar la medianera. “Pero el problema siguió igual o peor porque el sonido fue más brutal”, remarcó Isabel.

De ahí, Isabel realizó un largo recorrido por la Municipalidad de Córdoba. Desde la Secretaría de Ambiente pasó a Habilitación Municipal y de ahí a Espectáculos Públicos. En diciembre, desembarcó en el Centro de Atención al Vecino que receptó su reclamo.

¿Una salida?

Meses después, finalmente Habilitación Municipal , el sábado 11 de febrero de 2023, clausuró el Club de Previas. El lugar no solamente no cumplía con la reglamentación por ruidos sino que tampoco estaba habilitado.

El 12 de febrero, el local fue clausurado por segunda vez porque habían abierto. Actualmente, el lugar ya no realiza espectáculos públicos pero continúa funcionando como un bar.

Pero la lucha de Isabel para dormir y vivir mejor sigue. Las luces siguen iluminando su patio y por las noches, el aire caliente y con olor a frituras del extracto apunta a su casa.

“Esta casa la adoro, me encanta donde vivo. Estaba tan feliz, pero tan feliz viviendo en esta casa. Tengo dos patios chicos que son absolutamente verdes. Ahora es como una selva”, cuenta Isabel.

Y concluye: “He sentido muchísima angustia de sentir que mi casa, que era mi lugar en el mundo, es amenazada por todos lados y por el ruido especialmente”.