Nadie lo ha buscado más que ella. Liliana Olivero suma su sexta postulación para la gobernación en los once turnos electorales organizados desde la vuelta de la democracia.

En los mismos 30 años acumula más del doble de candidaturas para representaciones parlamentarias. Por doce años ininterrumpidos, desde la reconformación del Poder Legislativo para formato de Unicameral, se desempeñó como legisladora provincial.

Siempre lo hizo representando a fuerzas y alianzas de izquierda, dato resignificado en épocas de transfuguismo y cruces de vereda. Dirigente de la Izquierda Socialista (IS), ha sido parte esencial de los frentes formados con partidos del mismo espectro. En particular el Frente de la Izquierda y los Trabaiadores (FIT).

Para las elecciones de este 25 de junio, Olivero liderará la nómina de una alianza más amplia que la conformada en turnos anteriores. Con la incorporación del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y el Partido Obrero (PO) suman cuatro de los principales partidos que sintonizan a la izquierda del dial. Replica también la alianza tejida a nivel nacional, a cuya denominación añaden la U de Unidad para conformar la sigla FITU.

Mujeres ocupan los principales espacios del Frente. La psicopedagoga y exreferente gremial bancaria será secundada por la también exlegisladora Soledad Díaz García, del Partido Obrero (PO). El tramo para legisladores provinciales será encabezado por Luciana Echevarría, del MST, quien buscará renovar su banca. Un mes después, para las elecciones municipales, la candidata del espacio será la exlegisladora provincial y exconcejala, Laura Vilches, referencia del PTS.

Juntas reeditarán la sempiterna búsqueda de los partidos de izquierda en Córdoba: ampliar el cúmulo de adhesiones en una provincia con marcada raigambre conservadora, donde las principales fuerzas estriban propuestas sin discutir las bases del modelo.

Antecedentes inmediatos ratifican la dificultad del cometido. En 2011, con Eduardo Salas a la cabeza, el FIT obtuvo sólo 1.4% de los votos emitidos para gobernador y legisladores (25.300 sobre 1.800.000). Sustantivamente mayor sería la cosecha en 2015. Bajo el mismo lema, la propia Olivero se quedaría con el 4.9% de los sufragios, por un total de 91.287. Dentro el espectro, también aportaron el MAS, con 26.626 votos, y el MST, entonces fuera del frente, con 26333. En total, 144.246 votos para la mejor cosecha histórica de la izquierda.

Pese a las expectativas de entonces, la performance sería sensiblemente inferior en 2019: poco más de 81 mil votos, 52600 para el FIT con Olivero a la cabeza, 29000 para el MST que encabezaba Luciana Echevarría. La suma alcanzaría, no obstante, para mantener tres bancas, despectivamente presentadas como “troskas”, en la Legislatura.

Factor Milei

El FITU analiza dos vectores para proyectar un anhelado crecimiento en su recolección de adhesiones. Por un lado, la profunda crisis económica que atraviesa el país desde hace al menos seis años, con indicadores contundentes en materia de pobreza y un marcado crecimiento del empleo informal, eufemismo del trabajo precario.

Recientes resultados, siempre relativos, alientan esperanzas. Las elecciones legislativas de 2021 mostraron al FITU como la tercera fuerza nacional, con casi el 6 por ciento del total de los votos, cantidad que elevó a cuatro sus voces en la Cámara de Diputados de la Nación.

Hace sólo un mes, en los comicios para autoridades provinciales realizados en Jujuy, Alejandro Vilca, el referente del espacio, obtuvo el tercer lugar, con el 12.7 por ciento de los votos.

A nivel provincial, la izquierda apunta a la falta de alternativas “reales” al modelo de gestión que lleva 24 años en el gobierno y que su creador, José Manuel de la Sota, patentara como cordobesismo. Se constata en las propuestas presentadas hasta aquí, para los partidos mayoritarios no están en disputa los trazos rectores, derivados de la preminencia de la producción agropecuaria por sobre el resto de las actividades, la proliferación de emprendimientos inmobiliarios sin soluciones habitacionales y la mega obra pública.

“Tras 24 años gobernando, el saldo es un brutal aumento de la pobreza, con salarios y jubilaciones de indigencia, emergencia ambiental y un feroz ajuste. La rebelión docente y la lucha de la salud demuestran que esto no va más. Mientras, gastan millones en publicidad y obras faraónicas con créditos que aumentan la deuda en dólares y subsidian a los desarrollistas urbanos y al agronegocio”, expresaba Olivero durante la presentación de las candidaturas del FIT-U.

Habitual captor del voto bronca o antisistema, el frente de izquierda deberá pescar en un creciente descontento en el que también se amplía la atracción por las posturas extremas, con el minarquismo libertario que promueve Javier Milei como mejor ejemplo.

Aunque en Córdoba, donde se prevé un escenario polarizado entre Martín Llaryora y Luis Juez, nadie representa oficialmente a la escuadra del “león”, sus vehementes peroratas circulan con más celeridad que análisis. Especialmente entre el sector etario “joven”.

Desde el FIT-U apuntan a la justa discursiva y a la presencia en las calles, sus herramientas predilectas, para plantar cara al fenómeno. “Milei es la reencarnación del neoliberalismo. Sólo hace falta ver cómo nos fue con el modelo de los 90. Es recorte, ajuste y represión, no tan distinto a lo que los partidos tradicionales ya vienen impulsando. Nosotros somos los únicos en contra de eso”, afirman.

Para mejorar sus chances, también esperan una aproximación de quienes se han desencantado con el kirchnerismo, tanto por la gestión del gobierno del Frente de Todos, con Alberto Fernández y Cristina Kirchner a la cabeza, como con la atomización (histórico problema adjudicado a las izquierdas) del raleado espacio K cordobés.

“Quienes sean realmente progres, o realmente quieran un cambio de modelo, no van a tener otra opción. En Córdoba, los K se cansaron de coquetear con Schiaretti y ahora trabajan con Llaryora. Es una continuidad, no hay dudas”, chicanean las voces del FIT-U.

En tiempos de disolución de identidades, Olivero y sus compañeras exhiben la vigencia de los principios de la izquierda, con el trabajador, las minorías y el ambiente en el centro de sus propuestas. Esta vez, otra vez, creen que existen condiciones objetivas para su aceptación masiva.