Antes de cumplir los 20 comenzó a trabajar como maestra y enseguida se afilió al sindicato. Desde chica creí que se debían defender los derechos de los trabajadores, recuerda casi 50 años después. Primero delegada. Durante cinco períodos secretaria general del gremio en su zona. Desde hace más de diez años adjunta de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC). 

La Secretaría General hubiera sido lo natural. Es una tradición en este sindicato que el adjunto ocupe el cargo de secretario general, me explica Zulema Miretti, la Zuli, en su despacho de la sede gremial de 25 de mayo 427. 

Sin embargo para las elecciones del 4 de agosto el candidato de la lista que gobierna la UEPC, la Celeste, no es su actual secretaria adjunta. Es otro compañero. Un varón. Una impronta sorprendente en un sindicato donde la mayoría (casi todas), son mujeres. Pero no es una incorrección exclusiva del oficialismo: las otras dos listas que le disputarán la conducción a la Celeste también están encabezadas por hombres. En setenta años de historia, solo dos mujeres condujeron la UEPC: Tania Fitas (asumió en 1973) y Carmen Nebreda (en 2002).

Le pregunto si será por mujer que quedó fuera de la carrera electoral. Un largo silencio. Pero el vaivén de sus ojos es elocuente. Querían un cambio generacional, ensaya una explicación. Hubo mucho hostigamiento con eso, agrega.

¿Cuántos años tiene el candidato?

Sesenta, dice (ella tiene 69), y admite lo obvio: Es un gremio muy patriarcal. Se ve que los hombres todavía gozan de más legitimidad. Que se cree que tienen mayor firmeza para discutir. Por ejemplo, a pesar de haber logrado la paridad numérica en la junta central, en la comisión paritaria estoy yo y tres varones.

Su marido, en cambio, fue un adelantado, se ríe. Luis Tosolini, 72, ex integrante del Partido Comunista. Nunca se opuso a su militancia gremial: cuidó a los tres hijes cuando crecían y recién después de siete años en los que ella estaba toda la semana en Córdoba, se mudaron aquí (primero a Agua de Oro, de donde nos fuimos porque nos moríamos de frío). Hace 47 años que están casados. Mi carrera también se la debo a él, agradece.

Zulema Miretti nació en Alejandro Roca (en el centro sur de la provincia), de una madre peluquera y un padre dedicado al campo que aunque votaban al radicalismo, nada que ver con política, sindicatos ni causas sociales. Fue en la escuela secundaria (privada, porque no había pública todavía) donde con sus compañeras y compañeres comenzaron las lecturas que fueron formando su idea del mundo. El Capital, entre otros libros. Ella y su hermano resultaron de izquierda. Miguel Ángel Miretti, el hermano, fue militante del Mas de Zamora y casi hasta su muerte por Covid en 2020 (una muerte muy deshumanizante. No pudimos despedirlo. Muy duro ese año. Mi mamá había muerto el día que decretaron el aislamiento), estuvo vinculado a la Asociación Bancaria de Río Cuarto. 

Como maestra, comenzó en la escuela rural de Olmos, un pueblo del sur provincial que ya no existe (lo mató la muerte del ferrocarril); después Asunta, La Cremería, hasta recalar en la escuela de Santa Eufemia, a 40 kilómetros de La Carlota donde se había instalado con su esposo.

Aunque desde hace años lejos del aula por licencia gremial, cuenta que no olvida su dolor cuando las maestras subestimaban a los chicos. 

Qué querés con este, cómo va a aprender, mirá de la familia que viene, decía alguna. Yo creo que todos los chicos tienen posibilidades según como se los trate. Me duele que sean rotulados. Como sostiene Stella Maldonado de la CTERA, a quien admiro mucho, la lucha gremial no puede estar separada de lo pedagógico. Si creés que un alumno no tiene futuro, dedicate a otra cosa. 

De los cinco períodos como secretaria general del sindicato en el departamento Juárez Celman, recuerda la lucha en tiempos de Angeloz cuando durante cinco meses no les pagaron el sueldo. 

Después fue la resistencia al cierre de las escuelas rurales de Mestre gobernador. Las salitas de cuatro, las escuelas técnicas… Una época de muchas movilizaciones, con enorme apoyo de la comunidad. Desesperados, los padres venían a las reuniones. Hasta el párroco nos acompañaba. Y en pleno menemismo, las carpas que en todo el país replicaron la Carpa Blanca montada en Buenos Aires en la Plaza de los dos Congresos. 

Fue un hito. Mil tres días de lucha. En Córdoba estuvimos de huelga de hambre una semana. Peleábamos por la ley de financiamiento y un salario unificado para todo el país. 

Hasta entonces, Zulema Miretti votaba por la izquierda. Pero a partir de la intervención de Néstor Kirchner para destrabar el conflicto docente ella y su marido (muy antiperonista debido a la persecución sufrida por su padre, un comunista de Benjamín Gould candidato a legislador durante el primer peronismo), adhirieron al kirchnerismo. 

Admite que después de la lucha gremial de 2023 por el salario, meses de paros y movilizaciones incluida una huelga de cinco días y reiterado rechazo de los docentes a las ofertas salariales, el sindicato quedó muy cuestionado. 

Se nos acusa de no exigir lo suficiente. Pero logramos un 60% de aumento para el primer semestre. Y que nos reintegraran los descuentos por los días de paro, algo que no ocurría desde hacía más de 20 años, con De la Sota. 

Y aunque le reconoce algún mérito al ministro Grahovac (ex secretario de la UEPC), rechaza otra de las acusaciones contra el gremio: connivencia con el gobierno. Algunas cosas pedagógicas no hubiéramos logrado sin él en el Ministerio, pero a la hora de discutir el salario la relación es muy tensa, responde, y asegura que también hicieron muchísimo contra el recorte jubilatorio, otro gran cuestionamiento a la actual conducción de la UEPC. 

Nosotros defendemos la escuela pública. Las posiciones extremas son muy difíciles de sostener. A los paros por tiempo indeterminado no los hacen las privadas. Los hace la escuela pública. A dónde van los chicos si se cae la escuela pública. 

Aunque habla sin vueltas del descrédito sufrido por la Celeste durante el conflicto de 2023, confía que el oficialismo volverá a ganar (en las últimas elecciones se impuso con casi el 70% de los votos). El afiliado reconoce los servicios que le brinda el sindicato, dice, en su moderno despacho, iconografía minimalista de las Madres, el feminismo, Carlos Fuentealba. Modernísima, amplia, la sede de 25 de mayo, salida por la farmacia de calle Salta. Con gusto, yo acepto el ofrecimiento de la secretaria que me anunció: cortado, medialuna y botellita de agua. 

Al terminar su mandato Zuli Miretti continuará en la conducción de la CTERA pero su actividad gremial caerá abruptamente. 

Ya tiene qué hacer cuando el momento llegue. Se sumó a La Envecinada, movida político cultural de un grupo de vecines de Villa Marta en el noroeste de la ciudad donde vive, nacida durante el macrismo. Casi todes kirchneristas. En la interna presidencial ella votará por Grabois. 

Además, enorme familia (hija bio psicóloga trabaja en el Ministerio de Educación; hija educadora, en la Universidad. Hijo agrónomo, en el sur provincial). Cinco nietes. Paseo por las sierras en auto con el marido. Cada tanto una vuelta por La Carlota. Viviana Rivero, Isabel Allende, Claudia Piñeiro. Los materiales políticos de la CTERA. El pedagogo Philippe Meirieu (sus libros sobre la igualdad en la educación. Me interesa mucho ese tema). Cuando puede dos veces por semana al gimnasio. Una vez al mes tintura en la peluquería. Los labios rojísimos. 

Le di mucho de mi vida al sindicato, asegura Zulema Miretti. Pero el sindicato me dio mucho a mí. La posibilidad de estar aquí, con tanta gente; en la CTERA, en la CGT… Y ahora… en la Intersindical de Mujeres…