En 2007 Ken Follett publicó una novela de ficción histórica cuyo título no parece el más apropiado para estos días: “Un mundo sin fin”-. Pero... Así como su tema, la peste negra, la plaga más devastadora en la historia de la humanidad, provocó una revolución en el pensamiento médico, iniciando el reemplazo de los remedios supersticiosos por terapias basadas en la observación y el sentido común, sentando  las bases de la medicina moderna, a más de cambiar la alteración de las relaciones de poder entre la nobleza,  el clero y el estado llano, por estos días se discute cuales serán las consecuencias políticas de la pandemia actual. 

Desde aquella peste negra hasta nuestros días han transcurrido nada menos que 7 siglos, pero así como los virus mutan también lo hace la política. Las divergencias confluyen en que ya nada será igual. No lo está siendo.  

Para Jorge Aleman es Coronavirus versus capitalismo, y augura que si la salida no es por un socialismo reinventado, lo que vendrá será infinitamente peor: “El capitalismo va a destruir los grandes espacios de lo común. Si la salud y el medio ambiente siguen en sus manos, la humanidad no tiene salida”.

Siguiendo la relación con la mortandad del siglo XIV, algunos recuerdan que antes de ella, Inglaterra había sufrido a causa de sobrepoblación severa y que tras la pandemia la mayoría de los sobrevivientes ¡¡¡disfrutaron de un mejor nivel de vida. porque los trabajadores pudieron ofrecerse al mejor postor!!!

Lejos del despreciativo  “¡pero eso es literatura! “La peste” de Marcel Camus publicada en 1947, puede echar luz mucho más allá de lo económico ¿y de lo político?, puesto que aborda el tema de la solidaridad humana.  Quizás basada en le epidemia de cólera que sufrió la ciudad argelina de Orán en 1849 , la novela cuenta la historia solidaria de la labor humanitaria de dos doctores  entre los pobladores, los turistas y los fugitivos.  

El médico Rieux y su compañero Tarrou luchan contra la enfermedad, el mal, la muerte, el absurdo del mal, decididos a acabar con todo aquello que pudiera entorpecer y denigrar la vida humana. Camus afirmaba que en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.

 Y aunque algunas etapas de la historia no necesitan esforzarse para desmentirlo, no está de más recordar, si es que estamos a las puertas de fuertes cambios sociales, la respuesta de la antropóloga Margaret Mead cuando un alumno le preguntó qué consideraba ella la primera señal de civilización en una Cultura,  "Ayudar a alguien durante la dificultad es donde comienza la civilización"