Recurrimos a Víctor Pintos, periodista, comunicador, forma parte del Multimedio SRT y es un gran difusor de la vida y obra de Mercedes Sosa, guiado por su mirada profesional pero sobre todo, guiado por un gran cariño hacia la artista, Víctor nos recuerda aquel precioso texto que leyó el día de la muerte de Mercedes:

Nos quedamos mudos
Estamos sin voz como en el final de junio del 35, cuando se estrelló el avión en Medellín y Carlos Gardel voló a las alturas. Pero aquella vez los argentinos estuvimos huérfanos por sólo dos semanas, porque justamente ella llegó el 9 de julio de ese mismo año, es decir quince días después de que muriera Gardel. Qué guiño de la historia.

Descubrí ese dato hace diez años, cuando me invitó a escribir su biografía para el booklet de la edición mundial de su versión de la Misa Criolla, y allí lo puse, y hoy ese texto está reproducido en la web en español, en inglés, en alemán.

Aquella fue una de las tantas oportunidades de trascender que me brindó con maravillosa generosidad. Como ligaron tanto León, Charly, Víctor Heredia, Nito Mestre o Julia Zenko arriba de los escenarios, fui un periodista privilegiado por su bondad para vivir muchas inolvidables situaciones a su lado. Fiestas de cumpleaños en su casa, paseos en taxis por la ciudad, sobremesas de confesiones y anécdotas en restaurantes de ciudades que conocí gracias a sus invitaciones, y tardes en su living escuchando música y relatos suyos de conmovedora trascendencia, como sus cruces con Joan Baez, Luciano Pavarotti, Armando Tejada Gómez o Bono de U2.

A su lado viví la particularísima situación de admirar por su descomunal talento a alguien que a la vez me brindaba su confianza de casi amiga y su cariño de casi madre.

Me recibió en su casa de Carlos Pellegrini por primera vez en el 81, la tarde siguiente a la noche en que había iniciado su ciclo de conciertos del retorno en el Opera, los que quedaron grabados en el disco “Mercedes Sosa en la Argentina”. Fue para una entrevista en el Expreso Imaginario. Después, con el paso del tiempo, empezó a brindarme su confianza y su amistad. Y siempre hice lo posible por corresponder a semejante halago. Eso sí, nunca quise tratarla de vos. No me salía tutearla. Pero ella me permitía gastarle alguna broma. Por ejemplo un día, iniciando un viaje no recuerdo adónde, espió mi pasaporte y descubrió mi segundo nombre, que es un pequeño secreto personal, y desde ese momento le gustó llamarme así.

Un chiste.

Entonces sonaba el teléfono de mi casa en San Telmo y la escuchaba decir, en tono jocoso: -¿Habla Víctor Arturo…?

Tiempo después, supe que también tenía un secreto y desde ese momento me animé a contestarle la broma.

–Ah, sí, cómo le va, Haydée Mercedes.
Ella se prendía en la chanza y la ampliaba:
-Víctor Arturo, aquí estoy con Fabián Ernesto, prepárese que lo pasamos a buscar en 15 minutos.

(Fabián Ernesto es su hijo, que caía en la chanza sin desagrado).

Así era Mercedes cuando estaba de buen humor.
También podía ser filosa y agresiva. “No te acerques a mí, que te puedo lastimar”, cantaba y no sólo entonaba una letra de su amigo Charly García: estaba hablando de sí misma.

Pero también podía ser dulcísima y cariñosa.
Y divertida. Me contó una vez que cuando luego de su tan polémica actuación junto a Charly García en el festival de Cosquín del 97, decenas de fanáticos los esperaron a la salida para expresarles su cariño y su entusiasmo. “Se vinieron encima y nos movían el auto, y nosotros nos reíamos”, me contó. “Ahí fue cuando le dije: -¡Viste Charly, parecemos Los Beatles!”.

Esa es la gran Mercedes Sosa que tantos aplaudimos y amamos, y que pocos tuvimos la hermosa posibilidad de conocerla bien de cerca.
La más grande cantante que ha tenido nuestro país, hoy quiero contarlo, era la mujer generosa que una vez, en el otoño del 94, me llamó para decirme que la acompañara al estudio de Litto Nebbia porque iba a cantar “Los mareados” con Goyeneche. Lo hizo sin saber que a este escuchador de discos de rock y amante del folklore y del tango, le regalaba la histórica posibilidad de ser el único periodista presente en la última sesión de grabación del Polaco.
Hoy estoy en Córdoba y no en Buenos Aires cuando me llega la noticia de que se marchó al silencio.

Y cuánto duele.

Cuánto, querida y enorme Haydée Mercedes.

Y Víctor sigue revisando archivos y encuentra más palabras dedicada a Mercedes el día que partió.

Mamá Angustia:

Tenía momentos felices. Cuando cantaba, por ejemplo.

Algunas veces juraba que cantar no le daba placer, pero creo que lo decía porque por ahí en ese momento estaba demasiado enojada consigo misma o con la vida. Pero era evidente que cantar le curaba el alma.

Cómo no pensarlo así, si muchas veces, en medio del té de la tarde en el living de su casa, o durante un viaje en taxi por la ciudad, o en una charla telefónica de esas que volvía extensísimas porque le gustaba hablar, se ponía a cantar y los ojos se le iluminaban y sus labios se volvían sonrisa.

Pero Mercedes no era feliz. Muchas veces me lo dijo mirándome a los ojos con la seriedad de quien está contando algo bien pesado.

Ella lo tenía todo o al menos eso parecía, pero nada le servía para aliviar su dolor.

Sufría.

Sufrió por amor, lo sé, pero de esas intimidades de su vida afectiva que me confió jamás daré detalle.

También la vi con los ojos brillosos por las lágrimas cuando se sentía –o se sabía- sola en el mundo, aunque a su lado estuviesen su hijo Fabián, su María que era más que secretaria o ama de llaves, sus nietos Araceli y Agustín, sus hermanos Chichí y Cacho y sus sobrinos Coqui y Claudio, quienes eran toda su familia.

Es que le dolía la vida.

La vi riendo a carcajadas porque podía ser muy divertida, pero también la vi llorando tantas veces…

Una vez tuvo una crisis de llanto en su camarín del estadio Víctor Jara de Santiago de Chile, después de que hubiera probado el sonido para el concierto de la noche, en lo que fue su retorno a Chile, en el otoño del 92. Esa imagen de la enorme Mercedes llorando y temblando sin poder parar, no la olvidaré jamás. Al otro día, en una suite del sexto piso del Hotel Carreras que está frente al Palacio de la Moneda, se lo contó a Joan Jara, la viuda de Víctor, el folklorista chileno que asesinaron durante el golpe de Pinochet, durante un encuentro entre las dos mujeres que promoví para una nota. “No podía parar de llorar. Pensaba que hoy estamos todos, el Loro (Horacio Salinas, de Inti Illimani), su mujer, otra gente querida que también sobrevivió a la historia, y que el único que no está es... Víctor. Pensé tanto en cómo lo agarraron, en por qué lo mataron... Para mí no hay nada más importante que la vida y por eso tenía una angustia terrible. Después, durante el concierto, traté de que no me volviera a pasar, porque cuando la emoción le viene a un artista que está cantando, no se sabe cuándo se le puede pasar. Eso, para los cantantes, es siniestro. Es preferible llorar antes”.

Mucho después de aquello me dijo que creía haber localizado el principio de su tremenda angustia. “Viene del exilio, Pintos. De ahí, yo lo sé”. Ese tiempo de tristeza y soledad le quebró la vida en dos.

Ahora descansa. Seguramente en paz.

Hoy somos nosotros quienes lloramos.

Víctor Pintos.

Y recurrimos a otro querido amigo como es el grán músico Ricardo " Zurdo" Roqué, fundador de Quetral y protagonista de la historia de Mercedes en tramos que él nos relató así:

"Gracias por tenernos en cuenta para esta evocación. Quiero contar que a nuestra admirada y querida Mercedes,la conocimos en Francia(Toulousse) en Noviembre del '83 pues estábamos de gira con Quetral y nuestro productor nos la presentó y de allí en más se formó una amistad entrañable, con varias juntadas a comer y charla. Luego de ello y años después me convidó a acompañarla como invitado en Setiembre del '93 en La Vieja Usina y tres meses después me invitó al festejo de sus 30 años en Luna Park en Diciembre del'93. Fue una seguidilla de 3 recitales y allí la invitó también a Tere Ferrero a cantar María,María. Posteriormente participamos con ella en el Festival de Villa Allende por el 1999 ó 2000 y yo la acompañé en el Recital multitudinario de Av.Hipólito Irigoyen del año 2004 en el encuentro: Córdoba Capital Interamericana de la Cultura.

Mercedes siempre fue muy generosa conmigo y con Tere, amor extensivo a nuestros hijos, convidándonos a su escenario, a su casa y elogiando nuestro disco con nueva la formación de Quetral, titulado "Voz que va por el viento" que grabamos y editamos en 2005/6.

Estuve a punto de formar parte de su conjunto estable de músicos desde el '93 pero no se dio por distintos motivos.

En el 2015 participamos en el Teatro Real de un gran homenaje junto a Tere, nuestros hijos más grandes ya siendo músicos ellos también: Emiliano y Nicolás y muchos artistas más, que salió precioso y llenísimo de público con presencia de Pocho Sosa y y también un sobrino de Mercedes: Claudio.

Siempre nuestra vida artística estuvo y estará unida a Mercedes....La tenemos siempre en nuestro corazón, de hecho le mandé a Araceli Matus su nieta la nota con nuestra foto que salió en La Voz el domingo pasado.

Le estaremos siempre agradecidos"

Mercedes junto a Tere Ferrero y el Zurdo Roqué.

Evoquemos el recital de Mercedes Sosa realizado en el Luna Park celebrando treinta años de carrera, en el que participó el Zurdo Roqué.

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Mercedes Sosa "Concierto 30 años" (1993) completo Full concert

Y Mery Murúa, cantora luminosa de nuestros días que ante nuestra invitación fue breve y contundente:

"Mercedes, madre de nuestro canto, faro, camino, luz.  Compañera militante. Una artista imprescindible para Argentina y para el mundo.

La referente de nuestra juventud como mujeres folcloristas y cantoras"