Charles Leclerc, 21 años, en su primera temporada de rojo, se ganó la estima y el favoritismo de los tifosi de Ferrari al lograr en Monza el primer triunfo para la Scuderia en nueve años. Desde el 2010, con Fernando Alonso, el equipo de Maranello no lograba vencer en su casa, en el templo de la velocidad. Se impuso el piloto monegasco con una lección de clase y de veteranía, tras aguantar el acoso incesante de Lewis Hamilton y luego de Valtteri Bottas.

F1: Ganó Leclerc y Ferrari volvió a la cima de Monza después de  nueve años

La salida no deparó sorpresas. Las posiciones de parrilla se mantuvieron. Leclerc mantuvo la plaza privilegiada de la pole ante el acoso de Hamilton, que llegó a ponerse en paralelo, y de Bottas por el exterior al llegar a la chicane. Vettel no perdió el cuarto puesto ante los Renault, y así los dos grandes emprendieron la escapada por la victoria. En la batalla de los mortales, Sainz perdió una plaza en el arranque, la 7.ª, ante Lance Stroll.

El primer percance serio lo protagonizó Vettel, que en la vuelta 6 sufrió un trompo, solo, y al reincorporarse a pista tocó a Stroll. “Es un idiota”, se quejó amargamente el canadiense, perjudicado por la maniobra, que benefició a Sainz: subió del 8.º al 6.º puesto, justo por detrás de los dos Renault. El alemán de Ferrari fue castigado con la sanción más dura, un stop and go de 10 segundos: tuvo que parar en boxes, 10 segundos sin tocar el coche, y retomar la carrera. En la última posición, claro. Carrera arruinada para Sebastian, que posteriormente viviría la humillación de ser doblado por su compañero.

Leclerc salvó la primera prueba de fuego en el pit-stop. Paró primero Hamilton, vuelta 20, en 2,6s, y montó el neumático medio (amarillo). Ferrari hizo detenerse al monegasco un giro después, 2,3s de parada, y se calzó goma dura (blanca). Las 3 décimas de margen le sirvieron para salir delante.

El segundo duelo para Leclerc fue directo: en la vuelta 23, Hamilton, con mejor agarre, se tiró encima del Ferrari, en la Parabólica le buscó el interior, Leclerc, con carácter y genio, demostrando madurez, cerró el paso al Mercedes, lo arrinconó, y salvó la posición. Hamilton se quejó por radio. “No me ha dejado espacio y me ha llevado al exterior”, lamentaba. Los comisarios solventaron la maniobra con una tarjeta amarilla, una bandera negra y blanca, una advertencia. Pero continuó la persecución.

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