G20: las rarezas de los líderes que visitan Buenos Aires

La cumbre del G20 no solamente se trata de política internacional y acuerdos  y desacuerdos resonantes, ya que los jefes de Estado y sus comitivas, que visitan Argentina en el marco de la cumbre, traen desde sus países algunas costumbres que a los argentinos quizás les resultarán llamativas.

Una de las cosas que más llamará la atención es el movimiento de La Bestia, el vehículo que trasladará al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, por las calles de Buenos Aires. Podrá ser visible a partir de la noche del jueves, cuando la comitiva estadounidense llegue a nuestro país.

Pero no es lo único que Trump se trajo de Estados Unidos: aviones, armas y autos blindados son algunos de los elementos que utilizará en beneficio de su seguridad.

Tanto los chinos como los estadounidenses, rusos, indios y saudíes extremaron medidas anti ataques nucleares, químicos, biológicos, antidrones, anti objetos flotantes y pidieron el listado del servicio doméstico de todos los hoteles donde se van a hospedar. Indicaron, además, qué periodistas no podrán hacerles preguntas.

Y en el país de la carne, sorprende el pedido de algunos líderes de menú vegetariano. Tal es el caso del presidente francés, Emmanuel Macron. Pero esto no es lo más extraño: hay mandatarios que se hacen probar la comida por otras personas antes de ingerirla ellos mismos, como es el caso de Vladimir Putin. El jefe de Estado ruso puso un veedor en la cocina para examinar cómo y que llevan los alimentos que probará.

El presidente de China, Xi Jinping, tiene un pedido no tan raro para una persona que cuida mucho su imagen: quiere salir bien en las fotos. Hizo saber de manera explícita que quiere estar ubicado de manera preferencial en las fotos del grupo y en las de la sesión plenaria.

Por su parte, el príncipe heredero de la corona de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salman, trae cuatro autos blindados en aviones de carga, y al final se alojó en la embajada saudí en la Argentina.

Pareciera que otros serán más austeros en cuanto a su comitiva y sus pedidos. Es el caso de la canciller alemana Angela Merkel, que viaja con una delegación de menos de cien personas. Y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, no toma alcohol, lo que puede deberse a que profesa el Islam sunní.

La mayoría de las delegaciones pidió eximirse de controles y scanners migratorios. Y mostraron especial interés por conocer el teatro Colón.