Los cordobeses, mediterráneos al fin, tenemos una relación distante con los problemas marítimos. Pensar en playas supone más de 1000 kilómetros de recorrido y una buena parte de la población todavía pertenece a generaciones que comíamos pescado un par de veces a la semana, cuando llegaban los envíos de pescado fresco.

Pero el mundo globalizado, el ambiente único mundial, la interdependencia de los ecosistemas y, sobre todo, la centralidad de los mares en un planeta curiosamente llamado “Tierra”, siendo que 70% de su superficie esta cubierta de agua, debería obligarnos a estar más atentos a lo que pasa en los mares y océanos.

Es lo que se propone la Segunda Conferencia sobre los Océanos de la ONU, que comenzó el lunes pasado en Lisboa y a la que asisten más de 7.000 personas de 142 países, incluido el nuestro. Se espera que en el cierre salga de allí una declaración consensuada, que se negocia hace por lo menos dos años entre las distintas delegaciones internacionales.

Todavía, la toma de conciencia mundial sobre los desequilibrios que los seres humanos venimos provocando en los ecosistemas marinos no es suficiente para que la declaración sea vinculante, es decir que sea de cumplimiento obligatorio para los signatarios. Pero podría ser un comienzo.

La centralidad de los océanos

Los océanos son una fuente continua de oxígeno: es poco conocido el dato de que 50% del oxígeno del mundo proviene de los organismos fotosintéticos marinos. Lo que al mismo tiempo lo transforma en un gigantesco sumidero de carbono muy superior a cualquier bosque del mundo.

Pero también cumplen un papel fundamental en la regulación de la temperatura planetaria ya que el océano absorbe la mayor parte del calor atrapado en el sistema atmosférico de la Tierra, lo que estabiliza nuestro clima: si no fuera por los océanos, aún sin el cambio climático que vivimos, muchas zonas del planeta serían completamente inhabitables.

Es claro el rol como proveedores de sustento y alimentos. Por un lado, se desarrolla y sostiene allí una inimaginable biodiversidad; al mismo tiempo, son una fuente directa de bienestar humano, a través de múltiples recursos alimentarios y energéticos.

Según cifras de la ONU, cerca de 680 millones de personas viven en zonas costeras de baja altitud, una cifra que aumentará a unos mil millones en 2050. Además, los últimos análisis estiman que las actividades industriales basadas en el uso de los océanos emplearán a 40 millones de personas a finales de esta década.

Los problemas de los océanos

¿Y que ofrecemos a cambio de toda esta generosidad los seres humanos?

Peter Thomson, el Enviado Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para los Océanos, lo resume del siguiente modo en un artículo que publica la web de Naciones Unidas
“El aumento de las emisiones de carbono antropogénicas están haciendo que el océano sea más ácido, lo que debilita su capacidad de sostener la vida submarina y terrestre. Los residuos plásticos están penetrando en los ecosistemas marinos y el calentamiento atmosférico y oceánico provoca la muerte de corales y el inexorable aumento de los niveles del mar. Si las tendencias actuales continúan, es posible que más de la mitad de las especies marinas del mundo estén extinguidas de aquí a 2100”.

Solo para establecer un parámetro: se estima que cada año terminan en el mar unos 10 millones de toneladas de residuos plásticos, cinco veces más que el consumo anual de plásticos de todo nuestro país.

Algunos protagonistas

Aunque la Conferencia se celebra en Portugal, el Estado miembro de la Unión Europea con mayor extensión costera, unos cuatro mil kilómetros de costa continua, el evento está coorganizado por Kenia donde el 65% de personas que habita en la costa reside en zonas rurales y sus principales medios de vida son la pesca, la agricultura y la minería.

La ganadora del premio Joven Campeón de la Tierra del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Nzambi Matee, vive en Nairobi, Kenia, y es la fundadora de Gjenge Makers, una compañía que produce materiales de construcción sostenibles y de bajo costo fabricados con residuos plásticos reciclados.

Matee usa la basura plástica que recolectan los pescadores en el mar y la convierte en ladrillos para la construcción: "mi trabajo de reciclaje de residuos plásticos me ha permitido emplear a más de 113 jóvenes y mujeres, que en total han producido 300.000 ladrillos. Me gano la vida con el océano, y por tanto el océano es mi vida", señaló en otro artículo sobre el tema.
En su discurso para la inauguración del evento el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, fue contundente en su diagnóstico: “Lamentablemente, nos encontramos ante una emergencia de los océanos. Hay que cambiar la marea”. “No podemos tener un planeta saludable sin un océano saludable”.

La delegación argentina

La comitiva oficial argentina estaba encabezada por el ministro de ambiente, Juan Cabandié, que intervino en la Conferencia para sentar la posición de nuestro país, acompañado por el número 2 del ministerio, Sergio Federovisky, secretario de Control y Monitoreo Ambiental.

Cabandié se reunió después de su intervención con el ministro de Medio Ambiente y Acción Climática de Portugal, Duarte Cordeiro, y anunció que el país europeo destinará, como parte de la cooperación internacional, 1,2 millones de euros para fortalecer la política ambiental local en los Océanos.