Sigue siendo enigmática la forma en que el nuevo coronavirus saltó de un único infectado a finales de noviembre en China a los más de 21 millones de casos registrados actualmente en el planeta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda que toda la evidencia indica que el virus se transmite principalmente por gotículas respiratorias, exhaladas al toser o al hablar, durante un contacto estrecho y prolongado entre dos personas.

Pese a la presión de un sector de la comunidad científica, la OMS es cautelosa sobre la llamada transmisión aérea, definida como la propagación del virus suspendido en el aire durante más tiempo y a mayor distancia, como ocurre con el sarampión o la tuberculosis. El médico pakistaní Faheem Younus lo resumió en mayo con una frase magistral: “Si el sarampión vuela como un águila, el coronavirus vuela como una gallina”. Un nuevo estudio, sin embargo, apunta a que la gallina quizá revolotea más de lo que algunos pensaban.

El coronavirus se ha hallado en el aire a casi cinco metros de un enfermo sintomático en una habitación de un hospital de la Universidad de Florida en Gainesville (EE UU), según un estudio preliminar publicado el 4 de agosto. La gran novedad del trabajo, a diferencia de otros anteriores que ya habían encontrado material genético del virus en el aire, es que los autores han demostrado que el coronavirus sigue siendo “viable” flotando a casi cinco metros de un paciente de covid: el virus capturado al vuelo y llevado al laboratorio es capaz de infectar células y se multiplica en ellas. Es infectivo. Los virus apresados en el aire son genéticamente idénticos a los extraídos de la garganta del paciente sintomático.

¿Como el águila o como la gallina? Cuánto se sostiene el virus en aire es la nueva discusión

El nuevo estudio habría encontrado “el arma del crimen”, la prueba de que puede existir transmisión aérea del coronavirus en espacios cerrados.
“Las implicaciones para la salud pública son numerosas”, sostienen los autores, encabezados por el virólogo John Lednicky, de la Universidad de Florida. Las gotículas respiratorias, principales culpables de la transmisión de la covid, según la OMS, tienen un diámetro de más de cinco milésimas de milímetro y caen pronto al suelo por su propio peso, aunque al evaporarse podrían producir aerosoles, de menor tamaño, que aguantan más tiempo en el aire.

“Para evitar la transmisión basada en aerosoles, tomar medidas como la distancia física de 1,8 metros no sería útil en un espacio interior y proporcionaría una falsa sensación de seguridad, provocando la exposición al virus y brotes”, subrayan los autores. Su estudio preliminar, pendiente de aceptación en la revista de la Sociedad Internacional de Enfermedades Infecciosas, todavía no ha sido revisado de manera exhaustiva por investigadores independientes.


La OMS ya advierte de la posible transmisión aérea del coronavirus en hospitales, pero solo tras procedimientos médicos que generan aerosoles, como la intubación traqueal de un enfermo. En el hospital de Florida, los pacientes no habían sido sometidos a ninguna de estas técnicas: eran simplemente dos personas con covid hablando o tosiendo en una habitación sin ventanas, pero ventilada. El aire se cambiaba seis veces cada hora, con filtros de partículas. Además del enfermo sintomático, ingresado el día anterior, en la estancia había otro paciente a punto de ser dado de alta.

El aire que respiramos está plagado de virus de todo tipo —humanos, animales, vegetales, bacteriófagos—, pero la mayoría no son infectivos debido a la “memoria” de las defensas humanas y a factores como la luz ultravioleta o la desecación, por lo que no provocan enfermedades. El gran desafío del nuevo estudio era capturar coronavirus en el aire sin dañarlos, para poder demostrar en el laboratorio que seguían siendo infectivos. Para ello se diseñó un ingenioso aparato que por primera vez ha sido capaz de ejecutar esta tarea. El instrumento, una caja de medio metro de alto, aspira el aire de la habitación y lo conduce por una sección caliente, donde se condensa el agua y se adhiere a las partículas en suspensión, que así ganan tamaño y son más fáciles de capturar. En definitiva, un proceso muy similar a lo que ocurre en los pulmones.

El novedoso aparato detectó hasta 74 partículas virales por litro de aire, una cantidad “pequeña”, quizá porque la habitación estaba bien ventilada. La comunidad científica desconoce la cantidad de coronavirus necesaria para infectar a una persona. Pero respirar ese aire durante un tiempo puede generar una alta exposición advierte el estudio.

El último informe específico de la OMS, publicado el 9 de julio, era escéptico ante la hipótesis de la transmisión aérea. En respuesta a la carta la carta que entonces firmaron 239 científicos de 32 países, advirtiendo sobre esta posibilidad la OMS señaló: “Hasta la fecha, no se ha demostrado que el SARS-CoV-2 se transmita por ese tipo de vía de diseminación de aerosoles. Dadas las posibles repercusiones que tendría la confirmación de esa vía de transmisión, es necesario realizar mucha más investigación al respecto”. La OMS, sin embargo, reconocía que “no se puede descartar que se haya producido transmisión mediante aerosoles de corto alcance, especialmente en entornos cerrados específicos, por ejemplo, lugares en los que haya personas infectadas, exista hacinamiento y no se disponga de ventilación suficiente durante un periodo prolongado”. La organización citó brotes sospechosos en restaurantes y gimnasios abarrotados y mal ventilados.

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