Pasaron pocas horas desde que el virus escaló en los titulares para que en redes sociales, en memes, en medio orales o escritos y en cualquier conversación comenzara una catarata de palabras que hasta entonces habitaban el dominio casi exclusivo de los diccionarios médicos: confinamiento y pandemia, las más obvias de una larga lista. Pero ya la expresión hermana  “infodemia” nos alertaba que se venía una serie de giros lingüísticos que la prolongación de los confinamientos va popularizando.
No son pocos los neologismos que han empezado a circular en estos días a causa del maldito coronavirus.
Quizá el más extendido mundialmente es en estos momentos el adjetivo covidiota. Tanto en inglés (covidiot) como en español (covidiota) la palabra lleva al menos diez días designando a aquel que, en estas circunstancias sin duda trágicas, comete irresponsabilidades que perjudican a los demás: ignora la distancia social, propaga fakes, acapara por encima de sus necesidades, etc.. De hecho, la cuenta de Twitter de The New York Times @NYT_first_said, que registra las palabras que aparecen por primera vez en este periódico, documentó covidiots el 4 de abril, coronacoma el día 1 y anticoronavirus el 30 de marzo, tres neologismos del inglés causados por la situación que vivimos.
En español han circulado variantes de todo tipo a partir de las palabras comunes hoy: el covidiota ha sido llamado también coronaburro; a la cuarentena, cuarenpena, y al confinamiento, confitamiento por la ganancia de peso que, a falta de ejercicio físico y en función de la ingesta de repostería doméstica, todos vamos a mostrar. Los que ejercen de policías de balcones para insultar a quienes circulan por la calle (sin saber si, por ejemplo son gente que va o vuelve de trabajar en tareas escenciales) han sido calificados como balconazis.
Un poco de creatividad, que el confitamiento, perdón, confinamiento, permite desarrollar.