La política climática y las acciones para prevenir el cambio climático están ya en medio de una gran guerra cultural con misiles de información errónea y bombas de basura científica, munición ampliamente difundida a través de Internet por grupos relativamente pequeños pero intensos.

Es la conclusión de una investigación que con el título “Negar, Engañar, Demorar” fue publicada la semana pasada mostrando que la emergencia climática y las medidas necesarias para enfrentarla se combaten con las mismas estrategias discursivas utilizadas en otros temas complejos como los derechos LGBTIQ+, el acceso al aborto y las vacunas.

El estudio fue realizado por el Instituto para el Diálogo Estratégico y la coalición Acción Climática contra la Desinformación y analiza las publicaciones en redes sociales durante un período de 18 meses en torno a la cumbre climática Cop26 en Glasgow el año pasado.

Hay cambio de estrategia fundamental: las negaciones directas de los hechos de la crisis climática (al estilo Trump) son ahora mucho menos comunes. En su reemplazo los opositores ahora se enfocan en "demoras, distracciones y desinformación" como camino para obstaculizar las urgentes acciones que se requieren.

“Nuestro análisis ha demostrado que la desinformación climática se ha vuelto más compleja, evolucionando de la negación absoluta a 'discursos de demora' identificables para explotar la brecha entre la aceptación y la acción”, dijo Jennie King, directora de desinformación climática en el Instituto para el Diálogo Estratégico consultada por  el periódico inglés The Guardian.

El discurso de la Demora

El estudio concluye que los nuevos discursos se organizan en torno a los siguientes núcleos: 
Hipocresía y doble estándar: hay referencias generales a la globalización o el “Nuevo Orden Mundial”, en el cual se demanda la acción de “otros” mientras no se actúa en consecuencia. El estudio identificó casi 200 mil menciones de esta narrativa en Twitter y más de 4 mil publicaciones en Facebook mientras se desarrollaba la Cop26.

Indulgencia y absolución: más de 6 mil publicaciones en Facebook y más de 72 mil tuits en el mismo período liberaban a ciertos países de cualquier obligación de actuar sobre el clima culpando a otro. El núcleo central de las “culpas” recaen sobre China y, en menor medida, India, cuya falta de acción haría inútil la acción en otros países.

Falta de confiabilidad: aunque parezca mentira frente a la montaña de evidencia empírica, el estudio muestra que se compartieron más de 110 mil tuits y más de 15 mil publicaciones en Facebook, cuestionando la viabilidad y eficacia de las fuentes de energía renovable.

El reporte utiliza la descripción conceptual del trabajo Discourses of climate delay. Global Sustainability, 3, E17.
El reporte utiliza la descripción conceptual del trabajo Discourses of climate delay. Global Sustainability, 3, E17.

Quiénes son

El informe encontró que el contenido provino de un puñado de “influencers”, muchos de ellos con cuentas verificadas en las redes sociales.

El análisis de 16 cuentas “superdifusoras” de estos contenidos en Twitter reveló 13 subgrupos que se relacionan con comunidades anticientíficas y conspirativas en EE. UU., Reino Unido y Canadá.

Se presentan como ambientalistas 'racionales' y muchos medios de comunicación los invitan con frecuencia como "expertos del clima".

Las medidas a tomar

El informe tiene dos grupos de demandas concretas.

A los gobiernos y organismos multilaterales les exige que establezcan definiciones unificadas sobre la desinformación climática dentro de las instituciones clave (COP, Panel Intergubernamental de Cambio Climático, etc.) y limitar los baches legales y las excepciones existentes en la legislación.

A los organismos reguladores y las compañías tecnológicas se les urge que reflejen definiciones de desinformación climática en sus términos de servicio y refuercen las políticas contra quienes violen estas normas. Asimismo solicitan que haya acceso transparente a quienes investigan las tendencias de desinformación y el rol que juegan sus algoritmos.

Un papel central se propone para el veto de la publicidad paga por parte de compañías petroleras o conocidas organizaciones que promueven las restricciones al cambio climático.