Una pregunta para formular en tiempos de crisis climática: ¿prefiere consumir un producto local o una que haya viajado hasta aquí?. 

Asumamos que, desde el inicio, una gran variedad de productos quedarían vedados en muchos países del mundo que no tienen la variedad y riqueza agroclimática de Argentina: aquí podemos producir todo tipo de productos, desde lo tropical hasta lo más seco, eligiendo de note  sur y de este a oeste, cuál es la geografía para cosas exóticas como arándanos, kiwis, jengibre y hasta papaya.

Se mezclan en una sola pregunta cuestiones tan complejas como el compre local, las cadenas de comercialización, el tipo de producción y consideraciones ambientales, con la más elemental cuestión de la frescura.

Lo cierto es que, respondiendo a la pregunta original,  ya existen los alimentos de proximidad o “Kilómetro 0”. Así es como se denomina a aquellos que se cultivan cerca de donde se van a comer y se venden directamente a los consumidores o a través de un número mínimo de intermediarios, por lo que están más ligados al territorio. 

También se presume que son “ecológicos” o ambientalmente menos contaminantes aunque la evidencia científica por ahora indica que importa más lo que se consume, que dónde se lo produjo.

En España, uno de los países en que se han realizado estudios específicos sobre el tema, el público se fija cada vez más en esta variable (el 74% prefiere productos locales antes que importados, según un estudio reciente), pero de un modo difuso, porque el sector carece de una certificación legal que identifique estos alimentos, como sí ocurre con los ecológicos, elaborados sin sustancias químicas y con bienestar animal. 

Joan Riera, experto en consumo de Kantar Worldpanel, lo explica así: “Hay una tendencia en los últimos 10 años que no para de crecer: cada vez más gente declara que prefiere productos próximos. La gente es consciente de los dos impactos: el económico, que así da trabajo a la población local; y también el medioambiental. Y un tercero: lo que busca el consumidor es que el producto esté bueno, que sea de temporada, y relacionan lo local con una mayor calidad y con un alimento que está más rico”. 

La clave es qué entiende cada persona por kilómetro 0, una categoría aún difusa en el imaginario colectivo.

“La interpretación del consumidor es libre, suelen confundir proximidad con ecológico e incluso con que sea nacional”. La consultora preguntó a 12.000 consumidores si preferían la etiqueta eco o la de cercanía y un 77% eligieron los productos locales.

Una discusión que se entremezcla es la del modo de producción y comercialización. “Proximidad no es solo estar cerca, sino estar apegado al territorio y tener una agricultura social detrás”, dice Javier Guzmán, director de Justicia Alimentaria, alertando que al no existir una regulación específica, los supermercados españoles ya están etiquetando como locales productos que vienen de grandes industrias, en ocasiones ultraprocesados, e incluso están creando sus propios sellos de proximidad.
Y deberá reconocerse que, al menos en lo relativo a la distancia, no mienten.

Quién y en qué tierra produce

Una discusión más que se suma es la de quién y con qué recursos se produce: testimonio de esto son los reclamos por la creación de un “Procrear Rural”, que remató en estos días con “verdurazos” y presencia ante el congreso nacional, reclamando una ley que permita a los pequeños productores acceder a tierras propias para la producción. La semana que viene están previsto “azadazos” con el mismo fin, que no serán “grandes asados” sino presencia pública de productores ofreciendo la tira de asado a $ 480 por kilo.

Es que en un país en que el modelo productivo del agro expulsa población del campo desde hace décadas, pensar en que se produzca localmente requiere sin duda, repensar quiénes producen y en dónde. 

También existen los modelos de producción de entrecasa, claro, siempre que se disponga de al menos 1 metro cuadrado de superficie, y contemplando que en un balcón o terraza se hace más difícil.

Quién compra, quién vende y quién intermedia

Y una discusión más sobre el tema: la cadena comercial. En las grandes superficies es difícil comprar de proximidad, pero si puede comprarse con pocos intermediarios porque de hecho, existen cadenas que tienen integrada al menos parte de su oferta fruti-hortícola.

Frente a este modelo están surgiendo supermercados cooperativos que apuestan por una nueva relación con los productores. Uno de ellos es La Osa, en Madrid. “Casi toda la fruta y la verdura que vendemos es ecológica y viene de cerca”, dice José Antonio Villarreal, gerente. 
“El consumidor ya entiende qué significa ecológico, pero ha llevado tiempo, y ahora estamos empezando a entender qué es la proximidad. Si un producto ecológico viene del otro lado del mundo no es ecológico”, resume.