Europa mira a Asia —a la que triplica en muertos y contagios— para encontrar una solución tecnológica que le ayude a recuperar la normalidad. Todo indica que tomará como modelo la aplicación de rastreo de contagios TraceTogether, empleada en Singapur. Varios países de la Unión debaten en estos días el controvertido sistema, que requiere de un uso masivo para resultar útil.

Aquí, en inglés, el tutorial oficial de la aplicación TraceTogether

Tutorial de la aplicaciónTraceTogether!

El rastreo de contagios funciona con la tecnología bluetooth. Los teléfonos se interconectan para ir registrando códigos que corresponden a los teléfonos de las personas con las que el usuario tiene un contacto significativo en tiempo y proximidad; cada país debe determinar estos parámetros, ejemplo, con quien se pase más de cinco minutos a menos de tres metros de distancia. Y ese usuario recibirá el aviso de que se haga un test o se ponga en cuarentena si alguno de esos contactos notifica en los siguientes 14 días que ha dado positivo, sin que se revele ni la identidad del infectado ni dónde se produjo el encuentro.

El sistema tiene dos posibles formatos. En el centralizado, las autoridades puedan rastrear las identidades —con lo que hay que confiar en que solo lo usen para combatir la enfermedad— y se encargan de avisar a los contactos de quien dio positivo. Y el descentralizado, en el que es el propio usuario quien notifica en su aplicación que ha sido infectado y sus contactos recientes se enteran por una señal que reciben en sus móviles. Estos se conectarán periódicamente con un servidor donde se registren los códigos de quienes han dado positivo.

El método puede ser muy útil para saber a quiénes han podido contagiar los pacientes asintomáticos. Su uso debe ser voluntario, los datos son anónimos y el uso del bluetooth es más respetuoso con la privacidad que si se utiliza el GPS, que traza los lugares por los que ha pasado el usuario. Este otro sistema también está en consideración, aunque hay menos información y se sospecha que en algunos países efectivamente ya se ha empleado.
Los expertos en  privacidad tienen muchas dudas. “En las tecnologías de contacto y trazabilidad, la implantación lo es todo. No es lo mismo un sistema descentralizado, en el que depende de la buena fe del infectado notificar su estado, que otro centralizado, que supondría subir datos de identificación a las autoridades sanitarias” opina Paloma Llaneza, experta española.

En Singapur, país pionero en este enfoque, la aplicación de rastreo de contagios promovida por el gobierno, no alcanzó un uso masivo. El 1 de abril se la había descargado ya un millón de habitantes. La cifra, aparentemente abultada, suponía poco más del 17% de la población, que supera los 5,7 millones. Y estaba muy lejos del 60% de descargas que se requiere para lograr la “inmunidad digital de rebaño”, según un estudio del Instituto de Big Data de la Universidad de Oxford.

El 7 de abril, después de una gestión supuestamente modélica, la ciudad-estado tuvo que declarar el confinamiento por un aumento de los casos. La mayoría de contagios se producen entre los 1,4 millones de trabajadores extranjeros que alberga el país. Buena parte de ellos viven hacinados en barracones y tienen un acceso muy limitado a la tecnología. Ayer se anunciaba un repunte en los casos confirmados, con más de 900 casos y la tendencia se mantiene hoy.

La solución para que esos métodos de rastreo lleguen a todos los móviles puede venir de la sorprendente alianza que han anunciado Google y Apple, compañías que controlan el sistema operativo del 99% de los teléfonos fuera de China. Para principios de mayo tendrán preparadas las especificaciones técnicas que permitan a cada país crear sus apps. Y en unos meses lanzarán actualizaciones de los sistemas operativos que instalarán esos mecanismos de rastreo en los teléfonos de los usuarios que lo acepten, y no se hayan descargado aún dichas aplicaciones. El viernes anunciaron que se podrá desactivar el sistema para eliminar el rastro de un contacto que se quiera mantener en secreto.

Para aumentar su eficacia, el protocolo de las distintas apps europeas debería ser interoperable. Pero hay divergencias entre los países. Google y Apple trabajan sobre un modelo descentralizado, que apoyan Austria, Suiza, Estonia y Alemania. Francia —que pretende sacar la aplicación el 11 de mayo— y Reino Unido, optan por un modelo centralizado. Por eso el Gobierno de Emmanuel Macron pidió a Apple modificaciones técnicas para limitar la privacidad de los usuarios.

El sistema de rastreo de contagios no debe confundirse con el estudio de movilidad que algunos gobiernos como el español han puesto en marcha para ver cómo se mueven los españoles que aún lo hacen y analizar sus recorridos cuando empiecen a salir de casa directamente a través de la geolocalización de los aparatos que permiten las propias antenas de la telefonía celular.