La detención de 235 armenios por parte de las autoridades otomanas en Estambul, el 24 de abril de 1915, dio comienzo hace 105 años a un genocidio de un 1,5 millón de miembros de esa comunidad del Cáucaso, entre Asia y Europa, en un hecho que aún genera polémica ya que Turquía sigue sin reconocer esa calificación, aunque admite la masacre.

En aquellos días, el Gobierno de los Jóvenes Turcos eran la máxima autoridad del Imperio Otamano en el contexto de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Así se iniciaría lo que el historiador británico Eric J. Hobsbawm define en su libro Historia del Siglo XX como "el destierro obligatorio y las matanzas perpetradas a escala astronómica, fenómenos tan frecuentes que fue necesario inventar nuevos términos para designarlos: 'apátrida' o 'genocidio' ".

El término genocidio, o sea la destrucción deliberada y sistemática de un grupo racial, político, religioso o étnico, fue acuñada en 1944 por Raphael Lemkin, un jurista nacido en Polonia que se desempeñó como consejero del Departamento de guerra de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

Según las crónicas de aquella época, tras la detención de ese grupo de armenios, el gobierno central otomano ordenó la deportación masiva de toda la población armenia que tuvo que atravesar zonas desérticas del país.

La marcha forzada provocó que los deportados murieran de hambre, sed y otras privaciones, mientras eran robados y violados por los mismos militares que debían protegerlos. Muchos fueron quemados vivos, ahogados o envenenados, según la versión armenia y de varios historiadores. Pero Ankara dice que no hubo una aniquilación sistemática.

"Los turcos nunca van a aceptar el genocidio. Creen que hubo una gran masacre en la que murieron entre 200 mil y 300 mil armenios y que, a su vez, los armenios mataron a 200 mil turcos. Es un asunto complicado. Armenia recién pudo tener un país tras la caída de la ex Unión Soviética (en 1990)", dijo a Télam el ex embajador argentino en Ankara, Sebastián Brugo Marcó.

El diplomático explicó que "los turcos dicen que si reconocieran el genocidio, los armenios van a querer después reclamar un tercio de su territorio, porque existen también demandas territoriales y económicas".

"Aparte consideran que no fue un genocidio, sino una 'gran calamidad' como producto de la guerra", dijo Brugo Marcó.

El Imperio Otomano dio paso luego a la Turquía moderna, fundada por Mustafá Kemal Atatürk, el 29 de octubre de 1923.

Sin embargo, Ankara nunca reconoció los crímenes contra los armenios llevados a cabo por el gobierno de los Jóvenes Turcos, quienes en 1908, con ideas ultranacionalistas, habían derrocado al sultán Abdul Hamid II.

Se cree que en aquellos años vivían en el Imperio Otamano entre 1,7 y 2,3 millones de armenios, de los cuales murieron alrededor de 1,5 millón entre 1915 y 1917.

Solo el fin de la Primera Guerra Mundial en 1918 puso fin a ese calvario, cuando el Imperio Otomano se rindió a las fuerzas de la Triple Entente, formadas por Francia, Reino Unido y Rusia.

Después se firmó el Tratado de Sevres, que garantizaba la paz con los países aliados, y se estableció el Tratado de Lausana, el 24 de julio de 1923.

El 25 de junio de 2016, el papa Francisco definió a las matanzas de armenios como "el primer genocidio del siglo XX". Además, el pontífice señaló: "Es tan triste que en este caso y en los otros dos (el Holocausto y las masacres del estalinismo ruso), las grandes potencias miraran para otro lado".

El genocidio armenio también ha sido reconocido oficialmente por 29 países, entre ellos Francia, Rusia, Austria, Holanda, Dinamarca y Argentina (en septiembre de 1987, durante el gobierno de Raúl Alfonsín).

El parlamento europeo le ha pedido a Turquía que reconozca el genocidio armenio, considerado por algunos analistas como una de las principales trabas para que este país pueda formar parte de la Unión Europea (UE).

Varias personalidades lo han condenado en las últimas décadas, entre ellos 126 especialistas liderados por el fallecido Premio Nobel de la Paz, Elie Wiesel, el historiador israelí Yehuda Bauer y el sociólogo estadounidense Irving Horowitz, quienes afirmaron en 2006 en un comunicado publicado por The New York Times, que el genocidio armenio "es un hecho histórico incuestionable".

El 30 de julio de 2019, la Cámara de Representantes de Estados Unidos condenó estos hechos ocurridos hace 105 años a manos de lo que hoy es Turquía, en una decisión que fue calificada como un "insulto" por el gobierno de Recep Tayyip Erdogan.