La utopía de llegar a la estratósfera de modo rutinario tuvo su momento de auge en Argentina luego de que un presidente, durante el acto de inicio del ciclo escolar en 1996, en Tartagal (Salta), dejó boquiabierto al país anunciando que Argentina tendría un sistema de vuelos espaciales y podría alcanzar cualquier parte del mundo en "una hora y media" luego de remontarse a la estratósfera. 

La base de lanzamiento estaría en nuestra provincia. No contento con la predicción agregó: "Por supuesto, más adelante [se podría llegar a] otro planeta, si se detecta vida". VIDEO
 

Carlos Saúl Menem y la estratósfera. Video: You Tube

Menem lo hizo.
Digamos todo: hacía nada más que 4 años, comenzaba la universalmente famosa zaga “Toys”, en dónde el Sheriff Woody le hacía el aguante a su astronauta amigo Buzz Lightyear, cada vez que anunciaba: “Al infinito y más allá”.

Ahora, de verdad, “turistas espaciales”

Desde hace varios años, diversos proyectos de “turismo espacial” vienen avanzando o concretándose. Un rápido repaso muestra que la actividad tiene su hito fundacional en abril de 2001. El empresario e ingeniero estadounidense Dennis Tito se convirtió en el primer turista en viajar a bordo de la nave rusa Soyuz. 
Detalle, pagó la friolera de 20 millones de dólares. No fue el único pero los nombres de los turistas que le siguieron viajando con la Soyuz se pierden bajo la sombra del primero.

El verdadero cambio en la actividad comenzó cuando empresas privadas tomaron la iniciativa de montarlo como un negocio formal.
El 11 de julio de 2021 el multimillonario británico Richard Branson le ganó una encarnizada carrera a otro súper millonario, Jeff Bezos, e hizo el primer viaje comercial de turismo espacial a bordo de la nave SpaceShipTwo. Los otros cuatro miembros de la tripulación eran dos pilotos y dos especialistas invitados por Branson.

Bezos debió conformarse con viajar 9 días más tarde, completando un vuelo suborbital de 10 minutos con la nave New Shepard, con tres acompañantes. Se afirma que cada pasajero pagó 28 millones de dólares.

Quedó tercera la SpaceX de Elon Musk, que dos meses más tarde puso en órbita el primer vuelo totalmente civil, sin astronautas profesionales a bordo. El multimillonario norteamericano Jared Isaacman, de 37 años, compró los cuatro pasajes de una travesía que partió el 16 de septiembre de 2021 y orbitó al planeta durante 3 días a 585 km de altitud. Isaacman se dio el lujo de sortear a los  compañeros de vuelo y se dice que en total gastó más de 200 millones de dólares. Una verdadera bicoca.

Estratósfera para todos y todas

La empresa española Halo Space, del español Carlos Mira, anuncia que su plan de vuelos será “el más barato del mercado”: los tickets estarán al alcance de cualquiera que pueda pagar 150.000 euros para conocer la estratósfera y quedarse suspendido un momento cerca del lugar en que se acaba el planeta y comienza el infinito.

Esta semana Halo presentó en Londres el diseño definitivo que tendrá su cápsula turística que volará a la estratósfera, si todo sale como programado, a partir de 2026. Lo cierto es que dos factores confluyen para permitir que estos viajes sean sustancialmente más baratos que los de sus competidores.

En primer lugar, el diseño de la cápsula de Halo, que han bautizado Aurora”, permitirá viajar a 8 pasajeros, dividiendo entre más personas el costo operativo por viaje. Pero lo más importante, no se viaja con un cohete, no hay combustible de ningún tipo, no se pierden los componentes que se destruyen en un despegue.

¡La cápsula es subida por un globo aerostático! Un “Mega” globo, diríamos. Cuando está completamente expandido a unos 25 kilómetros de altura, en dónde la presión atmosférica es casi nula, el globo alcanza 140 metros de largo y 130 metros de diámetro. 

Todo lleno de muy inflamable hidrógeno. Quién no ha visto imágenes o escuchado hablar del LZ 129 Hindenburg que se incendió de modo espectacular, el 6 de mayo de 1937.
La cuestión podría resolverse utilizando Helio, pero no puede “producirse” Helio “verde”; en cambio, a partir de agua y baterías eléctricas cargadas con electricidad no contaminante, el Aurora podrá volar, sustentado por tecnología no contaminante.

La vista que tendrá la cápsula Aurora cuando esté en el espacio. Imagen: Halo Space
La vista que tendrá la cápsula Aurora cuando esté en el espacio. Imagen: Halo Space

La cápsula Aurora

El espacio interior de Aurora lo diseñó el estudio londinense Frank Stephenson Design, y tiene capacidad para 8 pasajeros y el piloto. Mide 5 metros de ancho por 3,5 metros de alto. Su exterior es una aleación de aluminio, pesa 3500 kilos al despegar, y ofrece ventanas gigantes para observar el espacio en 360°. Los pasajeros tendrán una atmósfera presurizada como la de un avión comercial, por lo cual podrán moverse o hablar y sin necesidad de llevar trajes especiales.

Al llegar al punto máximo de ascenso, a unos 35 kilómetros de altura, luego de unas dos horas de viaje, los turistas podrán contemplar el halo de luz azul de la Tierra desde fuera de la atmósfera. Permanecerán dos horas en esa órbita y luego emprenderán el viaje de descenso durante otras dos horas.
Para descender, el piloto irá soltando hidrógeno hasta aproximadamente los 6000 metros de altura, cuando se desplegará un parapente con el que podrán aterrizar con una precisión de unos 100 metros.

Aurora aterrizando en uno de los ensayos preliminares. Imagen: Halo Sapce
Aurora aterrizando en uno de los ensayos preliminares. Imagen: Halo Sapce

El plan de negocios

La compañía prevé realizar 400 viajes al año a partir de 2029 para llevar a la estratosfera a más de 3000 pasajeros anualmente, lo que permitiría a Halo Space ingresar unos 480 millones de euros al año a través de la venta de billetes.
Para lograr llevar a turistas al espacio en dos años, Halo Space anunció en Londres que el próximo mes de junio realizará su sexto vuelo de prueba en Arabia Saudita. Así se convertirá en la primera compañía en el mundo que prueba todos los sistemas críticos de vuelo, a más de 30 kilómetros de altura y con una cápsula de tamaño real, tras haber probado todos esos elementos en un estricto programa de seis vuelos de prueba durante los últimos 18 meses.