Dinamarca se enfrenta a nuevas acusaciones de racismo después de que los diputados modificaran la polémica ley contra los guetos del país para permitir que los refugiados ucranianos se muden a viviendas sociales deshabitadas de “no occidentales”.

Durante tres años, el gobierno ha intentado restringir el traslado de inmigrantes a lo que se describe como vecindarios desfavorecidos en un intento de evitar las llamadas “sociedades paralelas”.

El acceso a las viviendas sociales, algunas de ellas marcadas para ser demolidas, quedó cerrado para las personas “no occidentales”, definidos como personas de fuera de la Unión Europea, ocho países europeos asociados, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.

Las personas nacidas en Dinamarca pero que tienen un solo progenitor “no occidental” también fueron incluidas en la categoría de personas sujetas a las restricciones.

Sin embargo, tras la decisión del gobierno danés de albergar a 100 mil refugiados que huyen de la guerra en Ucrania, la mayoría del parlamento danés votó el jueves a favor de modificar la ley para eximir a los ucranianos de dichas restricciones. También se suspendieron los planes de demolición de viviendas sociales en las zonas determinadas para liberar alojamientos para los ucranianos.

Susheela Math, responsable de litigios en Justice Initiative, un grupo de campaña contra los desalojos forzosos en los denominados guetos, comentó que el cambio de ley demostraba que la ley de sociedades paralelas era racialmente discriminatoria.

Math comentó: “Las leyes en las que se basan los desalojos de los inquilinos que viven en ‘zonas de viviendas vulnerables’ y el cambio radical del Estado en medidas como las demoliciones y la asignación de viviendas, demuestran que el ‘paquete de guetos’ estaba claramente destinado a las personas no blancas”.

“Estas medidas discriminatorias no atienden a ningún bien público y evidentemente agravan la escasez de viviendas asequibles en Dinamarca. Muchos de los residentes raciales que están siendo desalojados son daneses y se identifican fuertemente con su identidad danesa, ya que nacieron o han vivido durante años en estas zonas denominadas guetos”.

“Estos vecindarios son sus hogares. Algunas de estas personas eran refugiadas y huyeron del conflicto y la persecución, al igual que los ucranianos que actualmente huyen de la guerra. El trato discriminatorio al que han sido sometidos contrasta fuertemente con el recibimiento legítimamente compasivo que han recibido los refugiados ucranianos en Dinamarca“.

La ley antiguetos fue propuesta por primera vez en marzo de 2018 por el gobierno de minoría liberal, que introdujo el plan político “Una Dinamarca sin sociedades paralelas, sin guetos para 2030” y promulgó el concepto de “no occidental” en la legislación danesa.

La primera ministra socialdemócrata, Mette Frederiksen, continuó la política desde que llegó al poder en junio de 2019, aunque la palabra gueto fue eliminada de la última legislación.

Los vecindarios seleccionados albergan más de mil habitantes y más de la mitad de los residentes son de origen “no occidental”. También deben cumplir dos de los cuatro criterios: más del 40% de los residentes están desempleados; más del 60% de las personas de 39 a 50 años no tienen educación media superior; los índices de delincuencia son tres veces superiores al promedio nacional; y los residentes tienen un salario bruto un 55% inferior al promedio regional.

Doce vecindarios entran actualmente en esta categoría. En estas zonas, los delitos menores también conllevan el doble de las penas legales vigentes en otros lugares y es obligatorio el uso de guarderías para todos los niños mayores de un año, o en caso contrario se retiran las ayudas familiares.

Majken Felle, residente de Mjølnerparken, un vecindario designado como zona “gueto”, comentó que ella estaba convencida de que la política de sociedades paralelas estaba impulsada por los prejuicios.

Comentó: “Recientemente, un representante de Bo-Vita, la organización responsable de la reurbanización de Mjølnerparken, dijo en una entrevista que en los vecindarios como el mío existe una mentalidad árabe y los residentes no se preocupan por la cultura occidental, lo que hace que estas zonas parezcan potencialmente inseguras para los refugiados ucranianos”.

“Está diciendo en voz alta cuál es la intención tácita que existe detrás de la eliminación permanente de viviendas en las zonas ‘gueto’: que estas políticas y proyectos de demolición están impulsados por los prejuicios raciales”.

De acuerdo con la autoridad Statistics Denmark, el 11% de los 5.8 millones de habitantes de Dinamarca son de origen extranjero, de los cuales el 58% son de un país considerado “no occidental”.