Cuando decimos que el planeta se ha calentado ya 1,1 °C respecto a la temperatura promedio de la era preindustrial (1850/1900) lo que habitualmente no se pone de manifiesto, es que ese aumento no se distribuye de modo homogéneo. El promedio es la resultante de zonas del planeta que se calientan más y otras menos, incluso, en ciertas zonas, puede esperarse una disminución del promedio térmico.

Con los cambios de temperatura, una de las consecuencias más evidentes, es el cambio en el régimen pluvial. Y se repite aquí el fenómeno de distribución del fenómeno: habrá áreas mucho más lluviosas, y regiones completas serán mucho más secas.

Por eso cobra relevancia la herramienta que un equipo de científicos españoles vinculados al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) elaboró para el IPCC: un gran atlas interactivo del cambio climático. Es la primera vez que el IPCC desarrolla una herramienta de este tipo para ponerla a disposición de cualquier ciudadano del mundo.

El atlas contiene una enorme cantidad de información sobre los efectos regionales de la crisis climática y, lo que es más destacado, sobre las proyecciones para las próximas décadas en función del nivel de calentamiento al que se llegue y de la zona en la que se viva.

El objetivo es mostrar los “futuros mundos posibles”, explica José Manuel Gutiérrez, director del Instituto de Física de Cantabria y coordinador de este atlas en el que han participado 20 investigadores del CSIC y de la empresa tecnológica especializada en cambio climático Predictia.

La imagen con que se ilustra esta nota, presenta los escenarios de temperatura y precipitaciones en el Cono Sur para aumentos promedios de temperatura del planeta de 1.5, 3 y 4 °C.

Como puede verse en la imagen, los aumentos de la temperatura, se sentirán más suavemente (el mapa se ve menos marrón) en nuestro país. En cambio, esos aumentos se traducirán en una pampa argentina más lluviosa (el mapa se hace más celeste), aunque el fenómeno no alcance la magnitud de otras regiones del planeta.

Tras décadas de emisiones de gases de efecto invernadero por parte de la humanidad, el proceso de calentamiento global del planeta no se puede revertir en estos momentos, según ha recordado este lunes el IPCC en su informe. Estos gases —el principal de ellos es el dióxido de carbono— permanecen durante centenares de años en la atmósfera, por lo que aunque se detuvieran repentinamente las emisiones el calentamiento no se pararía inmediatamente. Lo que se intenta ahora con el Acuerdo de París es que el proceso se ralentice para que el aumento de las temperaturas se quede dentro de unos límites asumibles para el ser humano.

El contexto

El margen de seguridad admitido por todos los países cuando se firmó en 2015 el pacto climático en París está en un incremento de la temperatura media del planeta de dos grados respecto a los niveles preindustriales —es decir, la media del periodo comprendido entre 1850 y 1900—. Y en el pacto se añadió que, en la medida de lo posible, se debía intentar dejarlo por debajo de los 1,5 grados.

En estos momentos, el incremento de la temperatura media del planeta está rondando ya los 1,1 grados respecto a los niveles preindustriales. Si la humanidad no da un giro radical a sus emisiones y sustituye los combustibles fósiles por las fuentes renovables para generar la energía, el planeta se encamina hacia un calentamiento de más de cuatro grados.