La planta más grande del mundo diseñada para capturar dióxido de carbono del aire y convertirlo en roca ha comenzado a funcionar, dijeron el miércoles las compañías detrás del proyecto.

La planta, llamada Orca por la palabra islandesa "orka" que significa "energía", consta de cuatro unidades, cada una compuesta por dos enormes cajas de metal, que parecen contenedores de exportación.

Construida por la suiza Climeworks y la islandesa Carbfix, cuando opere a su capacidad óptima, la planta extraerá 4.000 toneladas de dióxido de carbono del aire cada año, según las estimaciones del proyecto. 

Según la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA por sus siglas en inglés), eso equivale a las emisiones de unos 1000 automóviles. La construcción de la planta costó entre US $ 10 y 15 millones, informó Bloomberg. Esto pone en cuestión la relación costo / beneficio en este tipo de proyectos.

Para recolectar el dióxido de carbono, la planta usa ventiladores para llevar aire a un colector, que tiene un material de filtro en su interior. Una vez que el material del filtro se satura con CO2, el colector se cierra y se eleva la temperatura para liberar el CO2 del material, después de lo cual se puede recolectar el gas altamente concentrado.

Luego, el CO2 se mezcla con el agua antes de inyectarse a una profundidad de 1.000 metros en la roca basáltica cercana donde estudios preliminares mostraron que se mineraliza muy rápidamente. 

Los defensores de la llamada captura y almacenamiento de carbono creen que estas tecnologías pueden convertirse en una herramienta importante en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, los críticos argumentan que la tecnología sigue siendo prohibitivamente cara y que podría tardar décadas en funcionar a gran escala.

Consultamos con la Dra. Velia Solís, profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) que fue cautelosa con las perspectivas de este tipo de tecnología: "El problema, como en muchos otras situaciones ambientales, son las escalas. Si quisiéramos retrotraernos a los niveles de hace 50 años y además absorber las emisiones cada vez crecientes, estamos hablando de secuestrar más de 200 GT de CO2".

El proyecto propone secuestrar unas "modestas" 4000 toneladas al año, con lo que se pone de manifiesto la complejidad del problema de las escalas.

La Dra. Solís lo refuerza señalando que: "El planeta, a lo largo de las eras geológicas regula la cantidad de CO2 mediante el ciclo de los carbonatos y los silicatos y ese ciclo volverá a poner las cosas en su lugar. El problema son los tiempos: la vida media del ciclo está estimada en 500.000 años!".

Claro, los promotores de la tecnología apuntan que ninguna iniciativa, por si misma, será suficiente para resolver el problema y que todo aporte que disminuya las cantidades de CO2 que se liberan a la atmósfera será una contribución importante. Solo que estos aportes deben ocurrir en los próximos 50 años. O sea, los seres humanos debemos trabajar 10 mil veces más rápido que la naturaleza para corregir el desastre que hicimos en los últimos 200 años.