Joe Biden llega a la cumbre virtual sobre el calentamiento global de este jueves con la presión de ser el organizador y anfitrión, en un intento por recuperar el liderazgo y la confianza de sus pares. La administración de Donald Trump tuvo de todo menos políticas efectivas para frenar la crisis climática; de hecho, estuvo marcada por la salida de EE.UU. de las grandes iniciativas multilaterales.

Ahora, el presidente demócrata anunciará el objetivo de Estados Unidos en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030. Científicos y activistas no se contentarán con una cifra por debajo del 50% respecto a los niveles de 2005. Según medios locales, ese es el objetivo que la Casa Blanca está barajando. De anunciarse tamaño recorte, casi duplicaría el compromiso anterior de la potencia y requeriría agresivos cambios en los poderosos sectores de energía y transporte.

Biden tiene ante sí la tarea de mostrarse lo suficientemente ambicioso como para contentar a los progresistas de su partido e inspirar al resto de los países, pero también lo más realista posible. Entre los mayores desafíos a los que se enfrenta el mandatario está sumar a los legisladores republicanos y a los trabajadores de las industrias implicadas en los esfuerzos.
El plan debe contar con aumentos significativos en energías renovables como la eólica y la solar y fuertes recortes en las emisiones de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo.

Algo se rompió cuando Estados Unidos abandonó el Acuerdo de París. El pacto, hecho teniendo muy en cuenta el margen de maniobra de Washington, se quedó sin la participación del país más contaminante del mundo de la noche a la mañana porque había llegado a la Casa Blanca un presidente que pensaba distinto al anterior. La fragilidad del compromiso estadounidense, o su dependencia de la coyuntura política, quedó de manifiesto y la reincorporación de Biden al acuerdo el primer día de la presidencia no ha borrado los escepticismos de algunos líderes mundiales.

John Kerry, el enviado especial para el clima de Biden, ha liderado una apretada agenda virtual e internacional para reconstruir la confianza, con visitas a las principales capitales europeas, Corea del Sur e India —donde no se logró un compromiso concreto—. El último viaje fue la semana pasada a China, el otro gran contaminante del mundo. Kerry fue el primer alto cargo de la Administración de Biden en viajar al gigante asiático desde la toma de posesión del demócrata. Ambos países declararon estar “comprometidos a colaborar” en la lucha contra el cambio climático, tanto dentro del Acuerdo de París como en otros frentes.

Los diplomáticos del Departamento de Estado han incitado a los países aliados de EE UU a hacer anuncios importantes durante la cumbre virtual, según The New York Times. La cita, en la que participarán cerca de 40 países, se celebrará este jueves y viernes y allanará el terreno para la reunión de la ONU en Glasgow sobre clima (COP26) prevista para noviembre.

Kerry definió la cumbre como “el pistoletazo de salida para la diplomacia climática” después de una “pausa” de cuatro años bajo Trump. Hasta ahora Biden ha firmado una serie de órdenes ejecutivas para revertir las decisiones ambientales de su antecesor. La expectativa es que el demócrata trace su propia agenda en la cumbre y vaya más allá de deshacer las políticas del exmandatario republicano.

El secretario de Estado, Antony Blinken, sostuvo la semana pasada en Maryland que EE UU se está quedando atrás con respecto a China, el mayor productor y exportador de paneles solares, turbinas eólicas, baterías y vehículos eléctricos. “Si no nos ponemos al día, Estados Unidos perderá la oportunidad de moldear el futuro climático del mundo de una manera que refleje nuestros intereses y valores, y perderemos innumerables trabajos para el pueblo estadounidense”, aseguró.

El objetivo de recortes de emisiones de carbono para 2030 es una arista de la agenda climática de Biden. El programa electoral del demócrata incluía un plan de inversiones limpias de dos billones de dólares para ayudar a que EE UU logre las emisiones netas cero en 2050, lo que supone que la economía estadounidense solo podrá expulsar a la atmósfera la cantidad de gases de efecto invernadero que sea capaz de absorber. También prometía una generación eléctrica 100% libre de emisiones en 2035.

Para concretar sus planes medioambientales, Biden necesita el apoyo de los republicanos. Algunos congresistas conservadores ven la reducción de las emisiones de EE UU como un proyecto contraproducente. Argumentan que el plan aumentaría los costos de energía y acabaría con millones de empleos, al tiempo que permitiría a potencias como Rusia y China aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero. “La Administración de Biden establecerá objetivos de castigo para EE UU, mientras que nuestros adversarios mantendrán el status quo. Eso no resolverá el cambio climático”, ha advertido el senador John Barrasso, el principal republicano del Comité de Energía del Senado.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, explicó que la cumbre virtual contará con “sesiones de trabajo” en las que se abordará la innovación tecnológica, la creación de empleo y las formas de pagar las reformas de gran alcance necesarias para frenar la crisis climática.