La nafta se ha convertido en un símbolo de la convulsión que sacude a Bolivia desde hace semanas, y su escasez es una consecuencia de la enorme fractura social que afecta a todo el país. Los bloqueos de caminos se intensificaron con la salida de Evo Morales de la presidencia y su exilio en México y, desde entonces, el país afronta un problema de desabastecimiento de combustible y gas, que es especialmente visible en La Paz.

A las colas en algunos casos de kilómetros en las estaciones de servicio de la ciudad se sumaron este martes nuevos episodios de violencia en las calles. Las fuerzas de seguridad reprimieron a un grupo de manifestantes que trataba de impedir la salida de camiones cisterna de una planta de combustible en Senkata, en el municipio de El Alto, uno de los principales focos de las protestas. Se confirmó anoche la muerte de seis personas —al menos tres de ellas por impacto de bala— y 30 han resultado heridas.

En la gasolinera Túpac Katari del barrio de Sopocachi decenas de vehículos aguardan para repostar. Un grupo de trabajadores del sector del transporte lamenta que desde el pasado viernes no se logra encontrar combustible. Rubén Miranda, taxista, calcula que ha perdido aproximadamente 1.200 bolivianos, unos 170 dólares desde el estallido de la crisis. Celebra que el primer convoy con carburante haya logrado salir de El Alto, pero no confía en que sea suficiente para resolver los problemas de abastecimiento. “No va a ser tan fácil”, opina en referencia a los bloqueos, que no tienen visos de cesar.

Las primeras decisiones del Gabinete de Jeanine Áñez, que asumió el poder hace una semana sin el apoyo mayoritario del Parlamento, no han frenado la oleada de indignación desencadenada por la renuncia de Morales. El ex presidente se fue forzado por el Ejército, que según un decreto condenado por Naciones Unidas y varios organismos internacionales libra a los soldados que repriman las movilizaciones de responsabilidad penal. La militarización de las calles de La Paz se hace cada día más evidente.

De hecho, El ministro de Defensa, Fernando López, aseguró que de las Fuerzas Armadas (FFAA) no salió ni un solo disparo en esos hechos de violencia y consideró que debe esperarse el informe de autopsia y pericial para establecer las causas.

"Hordas en estado inconveniente decidieron ingresar a la planta de Senkata con cachorros de dinamita, decideron voltear paredes con cachorros de dinamita, quemar vehículos y robar garrafas de gas, consideramos que lo que está moviendo a esas personas es un mero vandalismo", denunció y aseguró que "(los movilizados) están recibiendo órdenes, dinero, alcohol y coca para causar vandalismo, para causar terror, para causar pánico, solo con ese objetivo".

Inevitable: el discurso nos remite a la retórica de los procesos militares de la década del 70.

Mientras tanto, los paceños, están preocupados por la falta de gasolina. Ante el desabastecimiento empieza a proliferar la venta informal de combustible. Un litro de gasolina cuesta en un surtidor 3,75 bolivianos (poco más de 50 centavos de dólar). El precio en de la venta informal alcanza en la mayoría de los casos los 10 bolivianos, pero puede llegar hasta 15, incluso 20 en función de la zona.